viernes, 18 de abril de 2025

Conquistar Tu Corazón: Capítulo 54

Momentos después, alcanzó la pala que había dejado momentáneamente en el suelo y se dirigió al granero. Paula no pudo negar que era un hombre muy sexy. Nunca le habían gustado los hombres duros y fornidos, pero la dureza de Pedro era diferente; combinada con su inteligencia y su sensibilidad, tenía un efecto devastador. Cuando llegó la hora de comer y él volvió a la casa, tuvo que hacer un esfuerzo para mantener sus hormonas bajo control. Por suerte, Rosa solo había preparado unos sándwiches, de modo que tomó el suyo y se lo comió a toda prisa antes de levantarse a sacar la ropa de la lavadora.


—Siento las prisas —dijo él, mientras daba buena cuenta de su sándwich—. Los chicos llegarán en cualquier momento.


—¿Los chicos?


—Sí, para el partido de todas las semanas. Normalmente, lo hacemos el domingo; pero están de vacaciones, así que lo hemos adelantado al sábado —le explicó—. Puedes verlo si quieres. Vendrá Lucas, el hijo de Rosa.


Pedro se comportaba con absoluta naturalidad, como si ya no se acordara del beso que se habían dado. Era como si no hubiera pasado nada en absoluto, y Paula no supo si sentirse aliviada o rabiosa. Cuando terminó con la lavadora, volvió a la mesa e intentó seguir trabajando, pero no lo conseguía. Le molestaba enormemente su actitud. ¿Es que no sentía nada? ¿Es que no era importante para él? Pero, por otra parte, quizás estaba exagerando. Cabía la posibilidad de que hubiera construido todo un castillo de naipes a partir de unas ensoñaciones sin sentido que él no compartía.


—No sé —dijo, en respuesta a su invitación—. Tengo mucho trabajo, y necesito preparar las fotografías para la campaña de publicidad.


Él se encogió de hombros.


—Como quieras.


Pedro salió de la casa al cabo de un rato, y Paula dejó escapar un suspiro. Poco después, oyó el zumbido de una motonieve y, a continuación, los motores de varias camionetas, que rompieron definitivamente su ya escasa concentración. Tras dejar el trabajo por imposible, se levantó y se acercó a la ventana. Primero, instalaron porterías en los dos extremos de la pista, ante la mirada de la gente que se había sentado en los troncos; luego, los chicos comenzaron a calentar y practicar lanzamientos y, por último, empezaron el partido. Todos eran adolescentes, y bastante altos; aunque Pedro destacaba sobre los demás en altura y en habilidad técnica. Durante los primeros minutos, no tuvo muchas ocasiones; pero luego vió un hueco que Paula también vió y avanzó como un rayo sobre sus patines, hasta introducir el disco en la portería contraria. Ella estaba tan emocionada para entonces que soltó un grito. Hacía tiempo que no veía un partido de hockey, pero había pasado unos cuantos años en Massachusetts y se había hecho seguidora de los Bruins. Conocía bien el juego; lo justo para saber apreciar sus tácticas y movimientos.

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