Entonces, se giró y abrió la puerta del armario. Había tres pares de zapatos, perfectamente alineados en el suelo. En el interior, un par de vestidos, blusas, pantalones y faldas llenaban la mitad del mueble. El resto estaba vacío. Al levantar la mirada, vio dos mantas. Tomó una. Su madre siempre le había dicho que el armario de una mujer revelaba sus más íntimos secretos. No lo había comprendido hasta entonces. Las pocas cosas que allí había sugerían un estilo de vida frugal. Cerró la puerta, preguntándose cómo se las arreglaría económicamente. Le parecía evidente que miraba cada centavo que gastaba. Regresó al salón y extendió la manta encima de Paula, quien se había tumbado por fin en el sofá. Entonces, se sentó en una silla, a su lado, pensando en lo que quería decir y escogiendo las palabras muy cuidadosamente.
—¿Es que te vas de viaje? —preguntó, mirando la maleta que estaba en el suelo.
—¿De viaje? No, hice esa maleta por si tenía que quedarme en el hospital.
—Pero no te la llevaste.
—Porque tú entraste aquí como un Neandertal y me sacaste a toda velocidad. A pesar de lo que pienses, no estaba apresurándome. No es mi estilo.
—Entonces, ¿Cuáles son exactamente tus planes?
—No lo sé. Pensé que lo tenía todo bien planeado, pero nunca había considerado... Necesito más tiempo para pensarlo.
—¿Tienes familia que te pueda echar una mano?
—No.
—¿Algún pariente lejano?
—No.
—¿Novio?
—Eso no es asunto tuyo —replicó ella, levantando la barbilla con gesto orgulloso.
—Creo que, dadas las circunstancias, sí lo es.
Paula suspiró.
—No, no tengo novio.
Pedro reprimió una sonrisa, pero decidió no prestar atención a aquella reacción al saber que no había nadie especial en su vida.
—¿Y dinero?
—Realmente, no veo...
—Estoy tratando de ayudarte.
—Yo no te he pedido tu ayuda.
—Pero yo te la estoy ofreciendo de todos modos. ¿Tienes ahorros o fondos de inversión?
—Más o menos.
—¿Qué significa eso?
—El divorcio. Se me concedieron cuarenta mil dólares. He recibido la mitad y se me dará la otra mitad en cuatro pagos anuales, que comenzará cuando mi... Cuando Javier reciba su paga extra anual de la empresa para la que trabaja.
—¿Cuánto te queda de la primera mitad? —le preguntó él, notando lo incómoda que Paula se sentía al hablar de su ex marido.
—Unos dos mil dólares.
—¿Y qué le ha ocurrido al resto? —quiso saber Pedro, atónito de que hubiera podido gastar ya tanto dinero.
—Tuve los gastos de la mudanza, la fianza del departamento y el seguro del coche. ¿Qué quieres? ¿Que te dé una minuta detallada de cómo lo he gastado?
—No creo que eso cueste casi veinte mil dólares.
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