—Algunas mujeres manchan durante todo el embarazo, pero, hasta que veamos cuál es su caso, voy a clasificarla como de alto riesgo. Eso significa que no puede conducir, ni ir a la compra ni trabajar. Quiero que el papá la trate como si fuera una reina —añadió, mirando a Pedro—. Usted se ocupará de la cocina y de lavar la ropa o contratará a alguien que lo haga, pero quiero que esté en la cama durante dos semanas, un mes o lo que tarde en parar de sangrar. Después de eso, podrá levantarse y estar por la casa durante una hora para luego volver a meterse en la cama durante dos horas. No podrá levantar peso ni limpiar. Nada durante al menos dos semanas. Entonces, siempre que vaya bien y no esté sangrando, podrá volver a trabajar, pero solo para media jornada. Y quiero que vuelva a venir a consulta antes de que empiece a trabajar. Vamos a tomar esto día a día.
—Yo me encargaré de que siga sus instrucciones —dijo Pedro.
Paula nunca había pensado que podría haber complicaciones con su embarazo. Se dió cuenta de que, si no tenía cuidado, podría haberse quedado embarazada solo para perder a sus hijos. Sería muy difícil dejar de trabajar durante dos semanas, cuando estaban tan ocupados, pero encontraría el modo de hacerlo. No le quedaba elección. Ya no podía imaginarse el futuro sin sus hijos.
—Aprecio mucho que me hayas llevado a ver al doctor Rollins y que te hayas quedado conmigo, pero ahora estoy bien.
Pedro siguió a Paula hasta el interior de su departamento.
—Tú y yo tenemos unos asuntos sin acabar entre manos, es decir, si te sientes con fuerzas.
En la consulta del médico, mientras esperaba que ella se vistiera, Pedro había llamado a su despacho y les había dicho que cancelaran todas sus citas para el día siguiente, algo que no había hecho nunca... Hasta conocer a Paula.
—Asuntos sin acabar... Creo que no.
—Estoy seguro de que los dos sabemos que es así. ¿Por qué no te tumbas en el sofá?
—Mira Pedro...
—El doctor dijo que debías estar en la cama y pienso ocuparme de que sigas sus consejos. ¿Dónde puedo encontrar una manta?
—En el armario de mi dormitorio.
Al ver que Paula seguía de pie, él la miró significativamente y le indicó el sofá antes de irse a buscar la manta. Cuando entró en el dormitorio, aspiró un fuerte aroma a vainilla. No sabía lo que había esperado, pero no era aquel dormitorio decorado al estilo antiguo, con una cama doble cubierta con una colcha beige hecha de ganchillo. Sobre una mecedora, que estaba al lado de una mesita redonda y una lámpara, había un libro abierto. Lo levantó y examinó la cubierta. Los primeros meses de embarazo. Con una sonrisa en los labios, volvió a colocar el libro donde estaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario