Llevaba varias semanas esforzándose al máximo y siguiendo los consejos de Juan al pie de la letra. En consecuencia, su fortaleza y agilidad eran mucho mayores, pero lo mejor era que ya no le dolía tanto la pierna. Aún necesitaba un bastón para moverse, pero no se quejaba. Más que la transformación física, lo más importante era la emocional. Parecía en paz con su situación, pero a pesar de todo trataba de mejorarla. Parecía haber encontrado un propósito para su vida. Además, se había esforzado mucho por conocer a todos sus empleados. No le había costado mucho ganarse a Silvia y, por supuesto, se había ganado por completo a Paula, a pesar de que ella le había dicho completamente en serio que no estaba buscando una relación. Sin embargo, aunque no estuviera buscando una relación, ¿Cómo podía ella evitar enamorarse de un hombre que apreciaba su fuerza, que la consideraba atractiva? Desgraciadamente, lo que el futuro les reservaba a ambos no estaba muy claro. Pedro estaba curándose, fortaleciéndose día a día. Cuando llegó, ella ansiaba el día en el que él volviera a marcharse. ¿Y después de dos meses? Se alegraba de que él hubiera mejorado tanto, pero una parte de ella no podía evitar preguntarse qué ocurriría cuando él se hubiera recuperado lo suficiente. Adoraba la isla y parecía estar tan vinculado con ella como la propia Paula. ¿Significaba eso que se quedaría? Si lo hacía, ¿Cómo sería la relación entre ambos?
—Es muy bonito. Tienes buen ojo.
Paula levantó la mirada y se encontró con Pedro junto a la puerta. No lo había oído llegar, otro ejemplo de lo mucho que él había mejorado. Seguía cojeando, pero ya no iba arrastrando tanto el pie.
—Gracias.
—¿Dónde lo vas a poner?
—No lo he decidido aún. Supongo que en alguna de las habitaciones.
—Tal vez debería pagarte honorarios por decorar el hotel —comentó él con una sonrisa.
Tenía el rostro bronceado por el tiempo que pasaba al aire libre y ya no tenía un gesto de dolor en los labios. A pesar de tener el cabello muy largo, resultaba muy guapo. No se lo había cortado desde su llegada y las puntas le llegaban hasta el cuello de la camiseta. Le daba un aspecto peligroso.
—Me conformo con una cena. ¿Esta noche? —bromeó ella.
Cenaban a menudo en el comedor del hotel.
—En realidad, sí. Me gustaría llevarte a Charleston para cenar.
—¿A Charleston?
—Sí. A menos que prefieras otro lugar. Donde quieras, pero no puedes decir que no. Esto no está relacionado con el trabajo, Paula. Te estoy pidiendo que salgas conmigo. Es una cita.
Paula sintió que el corazón le daba un vuelco en el pecho. Sintió miedo. Algo había estado formándose entre ellos desde el primer beso, pero había resultado más fácil dejar al margen los sentimientos en el marco de una relación profesional. Pasaban mucho tiempo juntos. En aquellos momentos, él le estaba dejando claro que quería algo más. Como empleada suya, debía declinar la oferta. Salir con el jefe jamás había sido buena idea. Sin embargo, también era una mujer. Una mujer a la que Pedro le parecía muy atractivo y con el que disfrutaba mucho.
—Me encantaría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario