A Paula casi se le había olvidado lo que era vestirse para una cita. Se había decidido por un vestido y zapatos de tacón. Los dos tenían ya varias temporadas, por lo que esperaba que no parecieran demasiado pasados de moda. Era lo único que tenía aparte de un traje azul marino y unos zapatos planos de punta redondeada. Su hermana la llamó justo cuando se estaba mirando en el espejo de su habitación.
—Ahora no puedo hablar —le dijo.
—Es sábado por la noche, Paula. Tienes que relajarte un poco y dejar de trabajar de vez en cuando. Que se ocupe tu jefe. Haz que razone.
Paula no había dado muchos detalles de su relación con Pedro, en parte porque no estaba segura de adónde se dirigía y en parte porque temía lo que su familia pudiera pensar, sobre todo teniendo en cuenta la imagen pública que él había tenido hasta entonces. A pesar de todo, valoraba la opinión de su hermana y necesitaba consejo.
—Esta noche tengo una cita con Pedro.
—¿Cómo has dicho? Repítemelo, por favor.
—Pedro y yo vamos a ir a Charleston a cenar. Me estoy preparando ahora mismo.
—¿Se trata de una cita?
—Sí —dijo ella, mientras miraba el sencillo vestido azul celeste y las sandalias—. Me he puesto el vestido que llevé al bautizo de Valentín. No tengo otra cosa. ¿Crees que aún está bien?
—Ese vestido no pasa de moda. Y el color te sienta muy bien. Hace que destaquen tus ojos.
—Gracias.
—¿Estás nerviosa?
—Un poco… Es una cita y hace mucho que no tengo una…
—Todo saldrá bien. Relájate y diviértete. Supongo que estoy un poco sorprendida —admitió Delfina.
—Pedro y yo hemos pasado mucho tiempo juntos, por lo que no resulta tan inesperado.
—Sin embargo, no me habías dicho ni una palabra incluso cuando te pregunté por él.
—Lo sé y lo siento. Solo quería reservarme todo esto un poco más. No estoy segura de lo que siento, ni de lo que siente él, y no estaba preparada para analizarlos.
—¿Y ahora sí?
Se miró en el espejo. Iba más maquillada que de costumbre y se había dejado el cabello suelto. No. No estaba lista.
—Bueno, no estoy buscando un cuento de hadas… Tan solo busco un poco de… Diversión.
—Eso no me resulta propio de tí.
—Bueno, ocurra lo que ocurra entre Pedro y yo, no voy a convertirlo en una historia romántica.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Bueno, sé que no me llevará al altar. Además, ni siquiera estoy segura de que quiera que sea allí donde termine.
—Cielo… No dejes que la experiencia con David te haga aborrecer el matrimonio.
Paula oyó pasos en el pasillo, acompañados del repiqueteo de un bastón. Pedro iba a recogerla para su cita. La excitación, aunque no del todo sexual, se apoderó de ella.
—Lo siento —le dijo a su hermana—, pero voy a tener que dejarte. Ya hablaremos en otra ocasión.
—¿Me lo prometes?
—Sí.
Cuando Paula abrió la puerta, y a pesar de que le había dicho a su hermana que no buscaba una historia romántica con Pedro, le bastó una mirada a su hermoso rostro y a su elegante apostura para sentirse completamente perdida.
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