viernes, 22 de noviembre de 2024

Nuestros Bebés: Capítulo 23

La extensión del miedo que tenía por ella lo asustaba más que cualquier asesino o criminal al que se hubiera enfrentado. En los tribunales se sentía en su terreno y podía enfrentarse a cualquiera cosa, pero allí, cuando la vida de su hijo pendía de un hilo, se sentía inútil, inadecuado. Se dió cuenta de que no tenía influencia alguna sobre el destino. Sabía que no podía cambiar el pasado ni compensar a su familia por todo lo que les había hecho pasar en sus días rebeldes. Y tampoco podía devolverle la vida al niño que había perdido, pero haría todo lo posible para hacerlo bien por aquel. Y por Paula. Empezaría llevándola al hospital y permaneciendo a su lado hasta que supieran algo. Cuando el médico atajara la hemorragia, se ocuparía por mucho que ella protestara. Al menos hasta el nacimiento de su hijo. Y también después, si ella se lo permitía, porque, fuera lo que fuera lo que ocurriera entre Paula y él en el futuro, ella sería siempre la madre de su hijo.


Paula se subió a la camilla de exploración. Las visitas al médico, las inyecciones diarias de primero un medicamento y después de otro y la tediosa espera de los resultados de las pruebas, que siempre resultaban ser malas noticias, habían terminado por pasarle factura. Tras quedarse embarazada, no estaba segura de que quisiera escuchar lo que el doctor Rollins tenía que decir. A pesar de que sus temblores no tenían nada que ver con el aire acondicionado, se cubrió más con la sábana. El tocólogo se quitó unos guantes de goma y los tiró a una cubeta.


—No encuentro nada que sea motivo de preocupación. Sin embargo, vamos a hacer una ecografía para ver si esta nos muestra algo fuera de lo común. ¿Qué te parece si dejamos que pase el padre? Si no lo hacemos, va a hacer un surco en mi moqueta.


Paula se mordió la lengua para no decir que no. Pedro era el padre, un padre que, muy a su pesar, tenía ciertos derechos. La idea de que él entrara en la sala, cuando solo llevaba una fina bata de hospital y una sábana no colaboró para que se sintiera más tranquila. Estaba segura de que sería mejor que se quedara en la otra sala, pero no pudo encontrar palabras para negarse a su presencia. A pesar de sus desacuerdos sobre la implicación que Pedro debía tener en la vida de su hijo, había visto en él destellos de un lado tierno que ella desconocía. Aunque no habían alcanzado ningún acuerdo, lo necesitaba cerca para ayudarla a pasar por aquel trance. Después de escribir unas notas en el informe de Paula, el doctor Rollins y su enfermera salieron de la sala. Ella aprovechó aquella situación para asegurarse de que estaba bien cubierta por la sábana. Ya se había puesto en evidencia una vez aquella tarde, cuando se aferró a Pedro para lloriquearle sobre el hombro mientras él la transportaba a su vehículo. En aquellos momentos volvía a necesitar su fuerza y su apoyo, aunque aquello no significaba que confiara en él. Se cubrió el abdomen con las manos. Sería capaz de cualquier cosa con tal de evitar que aquel niño sufriera daño alguno. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario