—Si estás esperando que alimente tú ya bien desarrollado ego diciéndote lo maravilloso que ha sido, estás muy equivocado.
—¿Maravilloso? —preguntó él, con una sonrisa.
«Sí», pensó.
—No —respondió.
—Podría volver a repetirlo si necesitas...
—No pienso dejar que vuelvas a besarme para demostrar algo.
Pedro le tomó la mano y la distrajo con las sensaciones que le crearon sus caricias.
—¿Y qué es lo que yo quería demostrar?
Paula quiso cerrar los ojos para no verlo, tentándola, haciéndola ansiar el roce de sus labios una vez más. Sin embargo, no pudo hacerlo. El desafío y la promesa tácita que había en su mirada la tenían cautiva.
—De acuerdo. Admito que me gustó, pero no pienso decir nada más, así que deja el tema.
—Vale —replicó él, con una sonrisa de satisfacción.
—Pero sigo muy enfadada contigo —replicó, al tiempo que apartaba la mirada para poder pensar.
¿Cómo se había metido en aquel lío? La decisión de mudarse con Pedro había sido la más lógica, o por lo menos eso era lo que le había parecido, pero el beso que acababan de compartir no había tenido nada de sensato. Ya no tenía trabajo ni un hogar, excepto el del padre de sus hijos, que era el mismo hombre que había hecho que la despidieran. El mismo hombre que le había dado el mejor beso que había recibido en su vida. A juzgar por el estado de desnudez de su hermano cuando abrió la puerta, había llegado en un momento muy inoportuno. No obstante, decidió que no había buen momento para lo que había ido a decirle, por lo que se sentó en el sofá para esperar a que Jared se compusiera un poco. Quería terminar con aquello para poderse librar de la tirantez que tenía en el pecho. Entonces, podría volver a casa con Paula, la primera mujer que, en mucho tiempo, había despertado algo en él. En realidad, sabía que no podía culpar a nadie más que a sí mismo. No era que hubiera planeado besarla. Había sido algo que se le había ocurrido en el momento, para escandalizarla por haberse enfadado con él. Efectivamente, había sido una conmoción, solo que él había sido el sorprendido, porque resultó ser mucho más de lo que había esperado. Muchísimo más. Besarla una vez no le había parecido suficiente. En lo único que había pensado desde entonces había sido en volverlo a hacer. Debería haber dejado que siguiera enfadada. Se merecía su ira porque sabía perfectamente que debería haberse quedado fuera. Sin embargo, había estado tan preocupado por ella que no había podido pensar en lo que debía, algo que parecía ocurrirle mucho últimamente. Efectivamente, lo había estropeado todo, nada nuevo, por cierto. Ashley había perdido su trabajo por ello. El hecho de que la madre de sus hijos fuera quien sufriera las consecuencias de su acción le había mantenido despierto toda la noche anterior. Eso y el hecho de que Paula hubiera respondido a sus besos.
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