Como dormía muy poco desde su boda con Paula, y no por las razones que creería la gente, Pedro estaba agotado y se quería marchar a su casa para meterse en la cama. El problema era que ella estuviera en aquella cama. Cada día maldecía su promesa de no empujarla y se maldecía a sí mismo por desearla tanto. Tener que evitar tocarla le estaba agotando hasta el punto en el que cada noche se quedaba tumbado en lacama, pensando que ella estaba en el dormitorio de al lado y preguntándose por qué no se había metido en la cama con él desde que habían vuelto de la luna de miel. Si no tenía una buena noche de descanso muy pronto, se quedaría dormido de pie. Miró el reloj por tercera vez en tres minutos y lanzó una expresión de contrariedad. De repente, se abrió la puerta de su despacho y entró Gustavo Tyler.
—¿Tienes un minuto?
—¿Ocurre algo? —preguntó Pedro, al ver el ceño fruncido que llevaba su jefe.
—Nada fuera de lo normal —respondió Gustavo, mientras cerraba la puerta—. Llevo algún tiempo queriendo hablar contigo sobre mis planes de futuro, sobre todo antes de que se conviertan en un secreto a voces, pero, últimamente, las cosas han sido algo complicadas.
—Lo comprendo.
—No hemos tenido mucho tiempo para hablar de lo que piensas sobre hacerte cargo del puesto de fiscal del distrito. Si no se presenta nadie más, no vas a tener ningún problema para que te elijan.
—No lo he pensado mucho. Últimamente he tenido otras cosas en las que pensar.
—¿En tu esposa?
—Sí, entre otras cosas.
—No estoy seguro de que pueda decir algo que no sepas ya, pero voy a hacerlo. Ser fiscal del distrito es un trabajo estupendo, pero también requiere mucho esfuerzo. No es un trabajo de ocho a cinco y el sueldo no es tan alto como lo que podrías ganar en un bufete privado.
—Trabajar en un bufete nunca me ha atraído mucho. No estoy hecho para la tranquila vida que te da testificar testamentos y revisar contratos mercantiles.
—Esta es una decisión muy importante, Pedro. Casarse hace que se miren las cosas desde una nueva perspectiva. Piénsalo y hazme saber tu decisión. Se está acabando el tiempo. Si esto es lo que quieres, el condado ha pedido mi aprobación.
—¿Y es que no te resulta fácil darla?
—Estás un poco retrasado en tu trabajo. No te puedes permitir que los votantes crean que no puedes con todo el trabajo.
—Gustavo, sabes que siempre he trabajado muchas más horas de lo requerido. Y eso no ha cambiado, pero el volumen de trabajo que tenemos sí lo ha hecho.
—No hay dinero en los presupuestos del condado para ayudarnos. Simplemente vas a tener que echar más horas. No tienes elección. Si vas en serio cuando dices que quieres sustituirme cuando yo me marche, entonces, tu trabajo tiene que venir en primer lugar, mucho antes de todo lo demás en tu vida. De hecho, tiene que ser tu vida. Sé que estás tratando de ajustarte al hecho de que tienes esposa y de que pronto tendrás hijos, si no puedes darle a este trabajo el tiempo que requiere, tal vez deberías considerar ejercer en un bufete, con tu padre y hermano, por ejemplo.
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