lunes, 16 de diciembre de 2024

Nuestros Bebés: Capítulo 69

 —No te excedas con ella, Pedro. Después de todo, yo no le dije por qué había llamado —dijo Paula, tras colocarle una mano en la rodilla.


—¿Qué te dijo el médico?


—Me hizo una exploración para descartar el parto prematuro y me conectó a un monitor durante dos horas.


—¡Maldita sea! Debería haber estado a tu lado...


—Bueno, resultó que no es nada.


—¡Claro! —exclamó él, aliviado—. Dado que estás en casa, no se trataba de parto prematuro, ¿Verdad?


Paula le dedicó una sonrisa forzada, pero Pedro llevaba con ella el tiempo suficiente como para saber que no se había recuperado completamente del susto.


—Pararon solas. El médico me dijo que eran las contracciones Braxton-Hicks, que son un espasmo muscular ligero.


—¿Y qué las provoca? Paula, no me ocultes nada —añadió, al ver que ella no respondía.


—El doctor Rollins me dijo que son muy comunes después de hacer el amor, pero que también pueden ocurrir cuando la vejiga está llena. Eso no significa que lo que hicimos anoche haya sido la causa de que esto ocurra. La mayoría de las mujeres embarazadas las tienen a lo largo de los nueve meses, pero no las sienten.


—En tu caso debieron ser muy fuertes...


—Creo que reaccioné algo exageradamente.


—No. Reaccionaste como yo lo habría hecho.


—Me asusté, dado que acabo de entrar en el tercer trimestre y las contracciones venían constantemente cada pocos minutos. 


Las lágrimas que se le acumularon en los ojos hizo que Pedro la tomara entre sus brazos y la estrechara con fuerza. No lo había dicho, pero él sabía que Paula había pensado que iba a perder a los niños. La había defraudado y ella se había enfrentado a aquello sola. La besó en la frente y trató de no recordar cómo se sintió cuando Brenda perdió a su hijo. No quería que Paula experimentara aquello jamás.


—¿Te dió el médico alguna orden? 


—Me dijo que siguiera con mi vida como siempre. Si las contracciones volvían a ocurrir, debo llamarlo. Se muestra muy cauteloso porque estoy embarazada de gemelos.


—Y así estaremos nosotros en lo sucesivo. De ahora en adelante, siempre sabrás dónde encontrarme. Bueno, me imagino que tendrás hambre, así que voy a ver qué puedo preparar. ¿Por qué no te quedas aquí tumbada y descansas? Yo me ocuparé de todo.


Pedro se maldijo por lo que había ocurrido. A pesar de lo que ella había dicho, se culpó a sí mismo y se juró que los acontecimientos de la noche anterior no se repetirían hasta que nacieran los niños, por mucho que deseara a Paula. No sabía cómo haría para no tocarla a menos que trabajara las largas horas que Gustavo le había sugerido. Sabiendo que no estar a su lado, como había hecho todos aquellos años con su familia, era lo mejor que podía hacer, no le sirvió de nada. Evitaba a sus padres porque no había podido perdonarles la parte que habían tenido a la hora de alejar a Brenda y a su hijo de él. Sus razones para mantenerse alejado de Paula tenían más que ver con su falta de autocontrol. No quería dejarla sola, pero, por el momento, era lo mejor que podría hacer por ella. 

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