lunes, 23 de diciembre de 2024

Busco Prometida: Capítulo 4

Mientras, a ella su padre le había concedido su sueño: Estudiar repostería en Francia. Además, Paula había hecho un grado en Empresariales y había aprovechado ambas formaciones para abrir su pastelería en Fisherman’s Wharf. Ahora, con solo veinticuatro años, dirigía uno de los establecimientos más populares de San Francisco.


—¿Qué nos ha pasado, Gonza? —preguntó acercándose al escritorio—. Tienes razón. No quería trabajar en la empresa. Viendo en lo que te has convertido, ¿Cómo iba a querer? Estás tan obsesionado con ese treinta por ciento de Arum que no valoras la riqueza que tienes con Chaves, ni siquiera aunque te cueste tu propia sangre.


—¿Estás amenazándome con romper todo lazo conmigo si no te sales con la tuya?


Paula respiró hondo. Pensar en apartarse de su hermano le rompía el alma; que su relación se hubiera vuelto tan conflictiva le producía un dolor constante. Solo se tenían el uno al otro. Después del funeral de su padre, su madre había dicho que no podía seguir viviendo en la casa de Presidio Heights con todos los recuerdos que guardaba, pero que tampoco podía alejarse de ella del todo. Así que había decidido viajar. Lo último que sabía de Alejandra Schulz Chaves era que estaba en algún lugar de Italia. Los había dejado a Gonzalo y a ella en esa gigantesca casa, rodeados de silencio. Además, Paula había confiado en que su madre respetase que no quería casarse con Javier, pero Alejandra le había dicho: «Tu padre te quería muchísimo y solo quería lo mejor para sus hijos. Deberías obedecer sus deseos». Tal vez aquellas palabras habían sido fruto del dolor y de la pena, pero habían hecho que se sintiera más sola todavía.


—Ojalá pudieras ver lo injusto que es que me pidas hacerlo. Yo jamás te haría daño intencionadamente, pero, si no me ayudas, encontraré un modo de solucionar las cosas por mi cuenta.


—No cometas ninguna imprudencia, por favor —dijo Gonzalo preocupado.


Paula no respondió. Haría lo que hiciera falta. Lo único que quería era vivir su vida con libertad. Casarse con quien ella eligiera, si es que elegía casarse.


—Y no olvides que esta noche tenemos ese evento —le recordó Gonzalo.


—¿En serio? ¿Después de todo lo que te he dicho?


Gonzalo suspiró.


—Mira, si no quieres ir con Javier, no tienes por qué hacerlo. Ve conmigo.


Paula observó a su hermano no muy segura de si podía confiar en la invitación. Por otro lado, tal vez fuera una oferta de paz, así que decidió aceptarla.


—Vale.


Pero eso no significaba que no fuera a ponerse a buscar una solución desde ya mismo.

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