—No, no creo que fueras capaz de hacer eso, pero es que me siento como una ballena varada y estoy algo insegura. Bueno, muy insegura.
—¿Por qué? Eres muy hermosa —afirmó él, colocándole la mano en el vientre.
—Entonces, ¿Por qué no llegas a casa hasta tan tarde?
«¿Por qué no me besas ni me abrazas?».
—Porque estoy tratando de ponerme al día con mi trabajo para que, cuando des a luz, pueda tomarme unos días libres y estar contigo. Además, tuve que pasarme por la prisión. Kevin Johnson ha sido arrestado en relación con un robo en una vivienda. Dice que no lo hizo, pero han encontrado una pistola robada en su dormitorio.
—Lo siento. Sé lo mucho que has tratado de ayudarlo.
—Sí, pero no lo he conseguido.
—Lo has intentado, que es mucho más de lo que la mayoría de la gente sería capaz de hacer. Espero que no estés tan cansado como para hablar sobre nosotros porque, mientras tú te estabas preocupando por ese muchacho, yo me estaba preocupando por tí. Has estado llegando a casa muy tarde y, para cuando terminas de dar de comer a los animales, yo ya estoy dormida. La semana pasada, me fui a tu cama para esperarte, pero tú nunca viniste a acostarte.
—No quería molestarte, así que dormí en el sofá.
—Oh...
—Lo siento —dijo él, tras darle un beso en la frente y un breve abrazo—. Debería haberme asegurado de que sabías por qué estaba trabajando hasta tan tarde. Di por sentado que lo entenderías.
—¿Trabaja tu jefe tantas horas como tú?
—Más. Ya está allí cuando llego yo y sigue allí cuando me marcho.
—Me alegro de que no seas tú el fiscal del distrito.
—El trabajo está ahí —replicó él, frunciendo el ceño—. Alguien tiene que hacerlo.
—¿Cómo pueden esperar que trabajes tantas horas y que sigas teniendo una vida propia? ¿No pueden contratar a más personal?
—No hay dinero en el presupuesto.
—¿Crees que tendrás que trabajar menos hacia finales de año?
-No. Tendré la misma cantidad de trabajo, pero menos tiempo, por las vacaciones.
—Pero, después de que nos casáramos, te traías trabajo a casa.
—No estaba haciendo mi trabajo del modo en que debía hacerlo. Dejé que se me fuera acumulando y me llamaron la atención por ello. No puedo dejar que me despidan ahora que los niños vienen de camino.
—¿Y cuando nazcan? —preguntó Paula, aunque ya sabía la respuesta.
—Pasaré con ellos todo el tiempo que pueda, pero tengo que hacer mi trabajo. Tal vez me pueda ir antes a trabajar y regresar a casa antes de que se metan en la cama por la noche.
—Pedro...
—¿Sí?
—¿Y nosotros?
—Mira, estoy haciendo todo lo que puedo. Pensé que ya sabías cómo era mi trabajo cuando te casaste conmigo.
—Eso era lo creía yo, pero he decidido que ya no me gusta tu trabajo.
—Lo sé... Yo mismo he estado teniendo dudas últimamente.
—¿Has pensado alguna vez trabajar para tu padre? Tal vez no te presionara tanto.
—¿Es que soy el único que cree que soy capaz de realizar mi trabajo? —replicó él, muy molesto por el comentario.
—No quería decir eso.
—Maldita sea... Me gusta lo que hago y se me da bien.
—Lo sé —susurró ella, arrepintiéndose de sus palabras—. Solo pensé que trabajar con él podría ser una opción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario