miércoles, 25 de diciembre de 2024

Busco Prometida: Capitulo 9

Eran los ojos más preciosos que había visto, aunque estaban salpicados por un toque de tristeza que ella no lograba cubrir con su sonrisa. Paula le estrechó la mano con sorprendente firmeza. Ante el roce, una chispa y una sacudida de puro deseo lo recorrieron. La miró a los ojos y en ellos vió sorpresa y calor. Seguro que los de él reflejaban lo mismo. ¿Pero qué le pasaba? Ninguna mujer lo había impresionado tanto, y eso que nunca andaba escaso de compañía femenina. Podía tener a quien quisiera cuando quisiera, aunque lo cierto era que esos encuentros habían empezado a resultarle tediosos y se habían vuelto cada vez menos frecuentes. No se había esperado que ella le encendiera el deseo con su mera presencia y un apretón de manos. Y a juzgar por el rubor que le cubría la piel a ella, parecía que no era el único afectado. No le habría extrañado ver una descarga de corriente eléctrica entre los dos. Con delicadeza, ella apartó su pequeña y fina mano y, entonces, como si alguien hubiera pulsado un interruptor, la gente que los rodeaba pareció volver a moverse y el murmullo de las voces llenó el aire. Paula carraspeó y se giró hacia la barra.


—Un cabernet, por favor.


Pedro ladeó su vaso vacío indicando que se lo rellenaran.


—No imaginaba que me conocieras —dijo Paula.


—¿Debería sentirme insultado? No me conoces y ya estás haciendo suposiciones.


Ella soltó una risita.


—Supongo que tienes razón.


Cuando les pusieron las bebidas en la barra y ella se llevó el vino a la boca, la cruel imaginación de Pedro le hizo pensar en todas las cosas que le gustaría hacerles a esos carnosos labios. «¡Céntrate!», se reprendió.


—¿Debería dar por hecho que conoces a toda la gente de esta sala? —preguntó ella con tono desafiante.


—Sí.


—Bueno, imagino que no podía esperar menos del niño prodigio de la zona de la bahía.


Paula dió otro trago. Estaba volviéndolo loco. La genialidad de Pedro había aparecido en todos los medios de comunicación. Cuando eras un innovador entre los líderes de la industria y además habías pasado de pobre a rico, te convertías en carne de prensa. Había aprendido a vivir con ello, pero no soportaba la idea de que alguien, algún día, contara toda la historia de su infancia. Se ponía enfermo solo de pensarlo.


—No solo en la zona de la bahía —señaló él.


—Vaya, está claro que no tienes problemas de autoestima.


La sonrisa burlona de Paula dejó a Pedro con ganas de más.


—No le veo sentido a negar la verdad. ¿De qué me sirve la falsa humildad?


—¿Contigo todo es o negro o blanco?


—También tengo espacio para algunos tonos de gris.


—¿Pero no para un arcoíris?


—Rotundamente no. Me dedico a la tecnología. Me gusta la simpleza de lo binario.


—A lo mejor se puede encontrar diversión en lo complejo, ¿No? — preguntó Paula desafiante.


Pedro dió un paso hacia ella y respondió con voz sensual:


—Estoy de acuerdo… En desarmar lo complejo, reducirlo a sus partes más simples y entender qué lo hace funcionar.

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