lunes, 7 de octubre de 2024

Fuiste Mi Salvación: Capítulo 9

 —Me llamo Juan Bosley, y soy su otro huésped sin invitación — comentó. Soltó la silla para estrecharle la mano—. Soy el fisioterapeuta del señor Alfonso.

 

—Me alegro de conocerlo, Juan. Mi nombre es Paula Chaves. Como probablemente se habrá imaginado, soy la directora de Alfonso Haven.

 

Juan asintió.

 

—¿Le importaría si metiera todas mis cosas ahí?

 

Se refería a la habitación que ella iba a ocupar. Mejor ahí que en el salón. Paula asintió y luego abrió la puerta y le indicó.

 

—Los cajones de la cómoda están casi todos vacíos. Si quiere, puede quedarse con un par de ellos.


 —Genial. Gracias. Me quedaré con los dos de abajo. Eso le dejaba a ella los tres de arriba.

 

—Y hay mucho sitio en el vestidor si quiere colgar algo.

 

—No —replicó Joe—. Yo suelo lavar y ponerme la ropa, sin colgarla. Solo me pongo pantalones cortos, camisetas y chándales, aunque tengo un par de pantalones y unos polos para cuando tengo que ir un poco más elegante.


 Paula estuvo a punto de sonreír, pero no tenía muchas ganas.

 

—Esto es una pesadilla —musitó.


 —Casi no se dará cuenta de que estamos aquí.

 

—Lo siento. Eso ha sido una grosería y yo no suelo ser así.

 

Tensa, de poca imaginación y muy aburrida tanto fuera del dormitorio como dentro según su ex.

 

—No pasa nada —le dijo Joe con una sonrisa—. Él no es tan malo, ¿Sabe?


 —Estoy segura de ello —repuso Paula tratando de sonar convincente.


 —Lo digo en serio —insistió Juan—. El señor Alfonso tiene muchos dolores en estos momentos.

 

—Él me dijo que no se está tomando la medicación que el médico le recetó. Me dijo que lo atontaba demasiado.

 

—Es verdad —susurró Juan—. Su dolor no es completamente físico, aunque dudo que lo admita.


—¿Cómo de graves son las lesiones del señor Alfonso?

 

—Para ser sincero, son de las peores que yo he visto. La muñeca y el hombro se le han curado bastante bien, pero la pierna… Se la fastidió mucho. Daños muy importantes en tendones y ligamentos, además de las fracturas de huesos. En un principio, los médicos le aconsejaron que se la amputara por encima de la rodilla.


 —¡Dios mío! —exclamó ella horrorizada—. No lo sabía.

 

—Sí, bueno. Él consiguió evitar que esos detalles se filtraran a la prensa. Sus amigos… —bufó Juan con ironía—, enviaron toda clase de información e incluso fotografías tomadas en la habitación del hospital a la prensa. A él no le hizo la menor gracia.

 

—Yo diría que necesita buscarse unos amigos mejores.

 

—No puedo decir que lo lamenté cuando anunció que iba a regresar a los Estados Unidos. Probablemente algunos de ellos ni siquiera se han dado cuenta de que se ha ido, aunque se percatarán cuando el chalet se venda.


 —¿Se venda? —repitió Paula sintiendo que el alma se le caía a los pies.

 

—Dice que no quiere regresar allí. Por supuesto, podría ser por la depresión…

 

Eso esperaba Paula. Si a Alfonso no le apetecía regresar a Europa, a ella le daba la sensación de que decidiría que el resort se convertiría en su hogar.


 —¿Y cómo va su terapia? —le preguntó esperando recibir mejores noticias. 

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