viernes, 25 de octubre de 2024

Fuiste Mi Salvación: Capítulo 45

Eso ya lo sabía. Lou había ido a recogerle. Los dos se marcharon juntos a cenar y a divertirse un poco. Juan había pasado por el despacho antes de irse para decirle a Paula que Pedro estaba en la cama y que no era probable que necesitara nada. Aparentemente, Joe se había equivocado."¿Me podrías traer la cena? Muchas gracias. P.A". Paula cerró el correo y suspiró. Pedro había pedido las cosas por favor y había dado las gracias. Fin de sus esfuerzos por evitarlo. 


El departamento estaba en silencio cuando ella entró con la bandeja. Tranquilo y oscuro. Tenía las persianas echadas a pesar de que el sol se colaba por los resquicios. No era de extrañar que Juan hubiera estado deseando tener una noche libre. Resultaba deprimente.


 —Hola —dijo.


Sintió la tentación de dejar la bandeja sobre la encimera de la cocina y marcharse. Estaba segura de que Pedro podría ir por ella. Seguía sin bastón, pero Juan le había encontrado un trozo de madera en la playa que le había ajustado para que pudiera servirle de bastón hasta que llegara el que habían encargado.

 

—Aquí.

 

Su dormitorio. Por supuesto. Lo último que quería hacer era enfrentarse con él en su guarida, pero tragó saliva, levantó la barbilla herida y entró. Tenía la lámpara de la mesilla de noche encendida. Ella se acercó y apartó un libro para poder dejarla sobre la mesilla. Pedro estaba sentado en la cama, apoyado contra el cabecero de la cama. Tenía la pierna buena doblada por la rodilla. Llevaba puestos unos pantalones de deporte y una camiseta. Eso fue lo único que ella se permitió ver. No estableció contacto visual con él.


 —Aquí tienes —le dijo—. Creo que te gustará. El lomo de cerdo relleno siempre ha conseguido críticas muy buenas entre nuestros huéspedes. La porción es un poco más pequeña que la que se sirve en el comedor porque Juan insistió en que quitáramos carne y pusiéramos más verduras.


Con eso, se dió la vuelta para marcharse. Había conseguido llegar casi hasta la puerta cuando Pedro dijo:

 

—Creo que esta noche cenaré en el porche.

 

Paula hizo un gesto de contrariedad, pero se dió la vuelta y fue por la bandeja. Por muy tentador que le resultara tirarle la comida por la cabeza, se contuvo. Sería ella quien tendría que recogerlo. 


—Claro, señor Alfonso —dijo muy profesionalmente.

 

—Prefiero que me llames Pedro —respondió él mientras se acercaba al borde de la cama.


 —Creía que, dado que en el correo te habías referido a mí como señorita Chaves, volvíamos a tratarnos de usted.

 

—Lo hice por respeto…

 

—Entiendo —dijo ella, a pesar de que no entendía nada.

 

Por primera vez desde que entró en la habitación, lo miró. Tenía un aspecto terrible. Tenía unas profundas ojeras y estaba sin afeitar. Mal peinado. A pesar de todo el tiempo que se pasaba en la cama, no parecía en absoluto descansado.

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