—Ignacio consideraba a David un hermano —dijo Delfina—. Si hubiera sabido…
Paula guardó silencio. Decidió cambiar de tema.
—Odio tener que desilusionar a Valentín —dijo ella volviendo al asunto principal de la llamada.
—No pasa nada. Así tendrá más ganas de que lleguen las Navidades. Bueno, cuéntame. ¿Cómo es Pedro Alfonso en persona? ¿Le hacen justicia las fotos que he visto de él sin camisa en el Mediterráneo?
—Bueno, está algo diferente…
—¿En el buen sentido o en el malo? ¿Es cierto que no puede andar?
—Ya sabes cómo los de la prensa exageran las cosas…
—Entonces, ¿Puede andar?
—Utiliza un bastón, pero sí, puede andar.
—¿Un bastón, eh?
—Sí. Le da un aire sofisticado y… Muy sexy. Sin embargo, él se muestra muy contrario a utilizarlo.
Tras aquella frase, se produjo una larga pausa, tanto que Paula pensó que se había cortado la llamada.
—¿Delfina? ¿Sigues ahí?
—Sí, sigo aquí… Sexy, ¿Eh? Me resulta una descripción muy interesante viniendo de tí.
Paula recordó el beso que habían compartido en el porche. Había despertado un deseo dormido durante mucho tiempo, unas necesidades casi olvidadas. Aunque estuviera algo oxidada en lo referente a la intimidad con un hombre, reconocía la pasión cuando la sentía y sabía que iba en ambas direcciones. Pedro la deseaba tanto como ella lo deseaba a él. Sin embargo…
—Es mi jefe.
Esas palabras sirvieron para recordarse a sí misma lo que le había respondido a su hermana.
—No tiene nada de especial que me parezca sexy — añadió—. Creo que el tío que hace de Thor es muy sexy también, pero eso no significa nada. No significa nada, Delfi —repitió tragando saliva.
Pedro quería romper algo. Quería arrojar su maldito bastón por la consulta o hacer un agujero en la pared de un puñetazo. Había sido una tontería acudir allí o esperar un diagnóstico mejor cuando cinco otros ya le habían dicho lo mismo.
—Necesita aceptar que su vida ha cambiado —le decía el médico—. Aún puede llevar una vida plena y activa, pero no será la misma que solía vivir antes. Tiene que encontrarse nuevos pasatiempos, señor Alfonso. Un nuevo estilo de vida. Otras personas en su situación ya lo han hecho. Si quiere, puedo ponerle en contacto con algunas de ellas.
—No importa.
—También le recomiendo terapia.
—Ya la estoy haciendo —replicó Pedro señalando a Juan, que estaba sentado junto a él.
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