miércoles, 25 de junio de 2025

Mi Destino Eres Tú: Capítulo 23

 —Ese soy yo.


Era un hombre de treinta y tantos años con pantalones oscuros y camisa. Tenía el pelo castaño y cortado al estilo militar.


—¿Desde cuándo llevas licenciado? —le preguntó Pedro.


—Desde enero.


Pedro ojeó el currículum y vio que había pasado diez años en el ejército, que había estado acuartelado en Alemania y que había participado en dos misiones en Afganistán.


—Yo pasé dieciocho meses fuera —comentó Pedro mientras se preguntaba si Kevin sufriría alguna secuela. 


Ross asintió con la cabeza.


—Creí que me casaría con mi novia, pero cuando volví, ella ya me había sustituido.


—Ya, eso duele.


Kevin negó con la cabeza.


—A mí me parece que me libré de una buena. Ahora voy a la universidad por la mañana y espero encontrar un empleo por las tardes. Para ser sincero, no tengo experiencia, pero aprendo deprisa.


Pedro decidió en ese momento que no lo defraudaría.


—Supongo que, si serviste a tu país, podrás servir algunas bebidas. Mi padre es el mejor en ese puesto, pero quiere retirarse. Te ayudará unas semanas, puede enseñarte más sobre atender una barra que cualquier otra persona que yo conozca.


—Hay otra cosa. He recibido terapia… Desde que volví —Kevin vaciló—. Tengo que adaptarme a muchas cosas.


Pedro supo exactamente de lo que estaba hablándole.


—¿Crees que afectará a tu trabajo?


—No. Sobre todo es al sueño, pesadillas, si quiere saberlo.


—Te agradezco que me lo hayas contado. ¿Tienes algún inconveniente para empezar la semana que viene?


—¿Estoy contratado?


Pedro asintió con la cabeza y le dió una tarjeta.


—Ven la semana que viene para formarte un poco y arreglaremos lo de tus clases.


Se estrecharon las manos.


—No le defraudaré —afirmó Kevin.


—Eso espero.


Pedro observó a Kevin por el escaparate mientras se encontraba con un amigo que, más bien, parecía un hermano. Le dió una palmada en la espalda y se fueron juntos.


—Me alegro de haberle alegrado el día a alguien.


Pensó en Kevin y en su terapia. Pesadillas. Él, al poco tiempo de volver, pasó una época en la que le costaba distinguir lo que era real y lo que era inventado. Estuvo unas semanas en terapia de grupo y le sentó bien. Hasta que hacía unas semanas, las pesadillas habían aumentado por el estrés. De repente, se acordó de Paula. Ella había presenciado lo que le pasaba y eso no le gustaba. No era el mismo hombre que la dejó abandonada hacía tres años. Era posible que nunca lo fuera. ¿Qué importaba? Tampoco quería empezar una relación sentimental con ella. Algo se le revolvió en las entrañas y sofocó rápidamente la sensación. Era verdad que hacía dos días que no la veía y que la había echado de menos. Mal asunto. No necesitaba que Paula Chaves lo mareara. Tenía que concentrarse en abrir el restaurante. Fue a la cocina y se encontró al niño sentado ante la encimera.


—Vaya, has decidido volver.

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