viernes, 13 de junio de 2025

Has Vuelto A Mi: Capítulo 77

 –Porque es natural tener miedo –continuó Pedro–. Pero pase lo que pase lo afrontaremos juntos.


–¿Estás loco? Ya has visto a mi madre. Su estado empeora día a día. ¿Crees que quiero..? –no pudo seguir hablando. Los ojos se le llenaron de lágrimas.


–Dímelo.


Ella no quería hacerlo, pero no pudo resistirse al afecto que despedía su mirada.


–¿Crees que quiero cargarte con algo así? No puedo hacer que renuncies a tu libertad por mí. Aunque la enfermedad no me matara, no soportaría la culpa –un gran sollozo le desgarró el pecho–. Quiero más para tí.


–Tú eres todo lo que quiero... –se calló un momento y Paula temió que fuera a llorar–. Mira, todo esto de los sentimientos es nuevo para mí. No sé qué hacer ni qué decir para demostrarte que te quiero.


Hundió la cara en las manos, y verlo así, abatido y derrotado, tan distinto al hombre que era, conmovió a Paula como ninguna otra cosa. La quería. Quería estar con ella. ¿Cuántas personas tenían una segunda oportunidad con su primer amor? Con mucho tiento, le puso una mano en el hombro.


–Los análisis han confirmado que no porto el gen alterado, pero cabe la posibilidad de que pueda desarrollar la enfermedad en el futuro.


Él levantó la cabeza. Su expresión desconsolada se le clavó a Paula como un cuchillo.


–La vida está llena de riesgos, Pau. Yo me arriesgo todos los días al hacer surf, al subirme a un avión, al conducir un coche... Si no asumimos los riesgos no estamos viviendo de verdad, y tú no eres así. La mujer a la que conocí en Capri exprimía la vida al máximo, y en esta semana he vuelto a ver destellos de esa mujer. Es la mujer con la que quiero estar.


Paula no podría hablar ni aunque quisiera. Las emociones le comprimían la garganta.


–Tu madre te dirá lo mismo que te acabo de decir. Ella quiere que vivas tu vida, que la disfrutes al máximo y no la pases angustiándote por algo que quizá no ocurra.


–No quiero que renuncies a lo que eres por mí. No seré una egoísta como mi padre...


–Tu padre es un imbécil y tú no te pareces a él en nada. Has permanecido junto a tu madre y has hecho todo lo posible para demostrarle lo mucho que significa para ti. En cuanto a la desconfianza que te provocó tu padre, yo me encargaré de solucionarla –se pasó una mano por sus rubios cabellos–. Estoy dispuesto a lo que sea con tal de tenerte conmigo.


Tener a Pedro con ella... En lo bueno y en lo malo... La atracción era irresistible.


–¿Y qué pasa con los hijos? No sé si podría arriesgarme a tenerlos y que hereden la...


–Ya basta. Estás buscando excusas porque tienes miedo de comprometerte conmigo.


Cierto. Pedro la conocía bien y sabía cómo se sentía. Él la agarró de la mano.


–Solo te preocupas por el futuro, cuando lo que tenemos quehacer es vivir el presente.


Cuando a su madre le diagnosticaron la esclerosis, y posteriormente, cuando a Paula le dijeron que no portaba el gen alterado, decidió que aprovecharía todas las oportunidades que se le presentaran para ser feliz. Pedro le había demostrado lo mucho que la quería al renunciar a su tesoro más preciado, que era su libertad. Quería estar con ella para siempre. Y esa era la mayor oportunidad que podía ofrecerle la vida. ¿A qué estaba esperando, entonces? Él la abrazó y ella se abandonó al torrente de emociones que manaban de sus ojos y le empapaban la camisa.


–Los hijos, el matrimonio, el trabajo... Todo lo afrontaremos juntos –le susurró mientras le acariciaba el pelo, hasta que cesaron los sollozos.


Maravillada porque aquel hombre estuviera dispuesto a abandonarlo todo por estar con ella, se echó hacia atrás y lo miró a los ojos.


–Te quiero... –le confesó–. Siempre te he querido.


Él le respondió con un beso tan prolongado que cuando volvieron al restaurante se les había enfriado la comida.


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