miércoles, 4 de junio de 2025

Has Vuelto A Mí: Capítulo 57

Pedro se pasó la mañana en Winki Pop, su lugar favorito de niño. Tenía una casa en California y otra en Sudáfrica, pero ningún lugar le ofrecía la paz que respiraba en aquella playa. Había salido a hacer surf por la mañana, al alba, ansioso por escapar de la casa y de los sagaces ojos de Paula. La noche anterior intentaba convencerla para que volviera a la cama y de repente ella se adentró en un territorio prohibido, invadiendo su intimidad sin que él fuera capaz de impedirlo. Y lo peor era que en parte tenía razón. Sabía que su familia esperaba de él algo más de lo que estaba dispuesto a dar. Podía verlo cada vez que iba a visitarlos... Y por esa razón casi nunca ponía un pie en la casa. Pero esa vez lo había intentado. Tras los avances logrados con sus hermanos, su madre y Violeta, finalmente había hecho lo que llevaba años queriendo hacer: Había intentado cerrar la brecha que él mismo había abierto con su padre. Por desgracia, la reacción de su padre en la escuela de surf le había demostrado que no podía hacer ni decir nada para recomponer la deteriorada relación. Paula había advertido su malestar y, afortunadamente, no lo había presionado. Hasta que le soltó la bomba la noche anterior. Cuando le confesó que para ella era algo más que una relación, él quiso decirle lo mismo y exponer sus sentimientos y pensamientos más profundos. Pero tenía muy reciente el rechazo de su padre y no había sido capaz de sincerarse ni de enfrentarse a sus emociones. Por una milésima de segundo, mientras observaba a los surfistas en el mar, se preguntó cómo sería tener una relación estable con Paula. Una mujer que lo estuviera esperando en casa. Una mujer a la que amar... La simple idea lo hacía estremecerse de pavor. Se sacudió mentalmente y continuó con la inspección. La escuela estaba lista para abrir sus puertas. No como él... Su estado era lamentable, y teniendo por delante una Nochebuena y una boda las cosas solo podían empeorar.



Paula se vistió con un cuidado especial. Quería hacer de aquella noche algo memorable, y para ello se compró en una boutique del pueblo un despampanante vestido de raso, sin tirantes y de color granate. Quería demostrarle a Pedro lo que estaba dejando escapar. Descubrir que lo amaba no debería haberla sorprendido. En Capri se había enamorado de él y solo la enfermedad de su madre la ayudó a olvidarlo. Pero en aquella ocasión era un sentimiento mucho más fuerte y difícil de ignorar. Por desgracia, aquella Navidad no habría declaraciones de amor bajo el muérdago. De hecho, le sorprendía que él quisiera pasar la Nochebuena con su familia después de que lo hubieran dejado al margen durante la enfermedad de su padre.


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