miércoles, 4 de junio de 2025

Has Vuelto A Mí: Capítulo 60

 –No ha sido suerte, papá. Es el legendario encanto de los Alfonso.


La carcajada de Horacio sonó como si tuviera algo obstruyéndole la garganta. Posiblemente su conciencia...


–Lo que tú digas... Pero esa chica merece la pena.


–Gracias. Lo tendré en cuenta –maldijo en silencio su sarcasmo cuando Horacio endureció su expresión.


–No la dejes escapar –le aconsejó su padre.


Pedro intentó contener la irritación. ¿Cómo se atrevía su padre a darle consejos sobre las relaciones personales cuando no le permitía acercarse a él? Horacio carraspeó.


–Estamos preocupados por tí, hijo.


Sí, claro. Su padre estaba tan preocupado que había rechazado todos los intentos de Archer por acercarse a él.


–No lo estén. Tengo la vida que quiero –hizo el signo shaka con la mano–. Mi sueño hecho realidad.


El severo escrutinio de su padre casi lo hizo retorcerse.


–¿En serio?


–Pues claro que sí –respondió con demasiada precipitación y excesiva vehemencia–. Me gusta lo que hago. Es mejor que... –se calló antes de hablar más de la cuenta.


–¿Mejor que qué? –insistió su padre–. ¿Mejor que estar cerca de tu familia?


Pedro respiró hondo para conservar la calma.


–¿De verdad quieres hablar de esto? ¿Aquí y ahora?


Horacio negó con la cabeza y entornó los ojos con preocupación.


–Lo único que quiero es lo mejor para tí.


Pedro sabía que debería marcharse. Decir alguna frivolidad para disimular su profundo rencor y largarse de allí. Pero había tenido un día horrible, se sentía confuso respecto a Paula y estaba hasta las narices de ser el malo de la película por culpa de la vida que había decidido llevar.


–Lo que es mejor para mí es ser honesto conmigo mismo. ¿Y qué me dices de tí, papá? ¿Qué es lo mejor para tí? –años de ira y angustia reprimidas salieron a la superficie sin que pudiera, ni quisiera, hacer nada por impedirlo–. ¿Tener cerca a tu familia mientras luchas contra una enfermedad mortal? ¿Poder confiar en tus hijos para que se hagan cargo de tus negocios mientras te sometes a la quimio? ¿Saber que tu familia te apoyará pase lo que pase?


Horacio se encogió visiblemente, pero Pedro no había acabado.


–Te ví aquel día, papá, cuando finalmente me contaste la verdad –ahogó un gemido. Aquella imagen se le había quedado grabada en la retina–. Dieciocho meses después, me consideraste lo bastante responsable para hablarme de tu cáncer de próstata. Me fui hecho una furia y tú te sentaste al piano, guardaste tus partituras en una carpeta y te pusiste a llorar. Lloraste como si te hubieran comunicado una sentencia de muerte en vez de haber sobrevivido al cáncer. Y en aquel momento supe lo que tuviste que sufrir –bajó la voz–. Deberías habérmelo contado antes, papá. ¡Me habría quedado aquí!


–Te equivocas –Horacio lo miró como si fuera un desconocido–. Lloré porque sabía que había hecho lo correcto al no contártelo, a pesar de tu reacción... Y a pesar de que tu dolor me hizo más dañoque el maldito cáncer.


Aturdido por las palabras de su padre, Pedro se pellizcó la nariz. No le sirvió de nada para aliviar el dolor que crecía detrás de sus ojos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario