viernes, 20 de junio de 2025

Mi Destino Eres Tú: Capítulo 12

Afortunadamente, consiguió volver de su misión por el extranjero, pero con algunos problemas. Había visto y había vivido cosas que lo habían cambiado. Le quedaron cicatrices, aunque fuesen invisibles. Paula ya había vislumbrado su angustia. Aun en el supuesto de que quisiera tener alguna relación con ella, ¿sería capaz? Más aún, ¿Le daría ella una segunda oportunidad?


—¿Ya estás vagueando otra vez?


Pedro dió un respingo, se dió la vuelta y vió a Federico, su hermano mayor.


—Tengo derecho a descansar de vez en cuando.


—¿Necesitas ayuda? —le preguntó Federico con una sonrisa.


—No puedes ayudarme con el problema que tengo.


—Inténtalo…


Pedro miró fijamente a su hermano. Federico siempre lo había ayudado. Lo cuidó durante unos años, después de que Ana Alfonso decidiera que no necesitaba a dos hijos y un marido que la ataran.


—¿No tienes una esposa encantadora y un par de hijos en casa?


Él sonrió al acordarse de Florencia, Camila y Agustín.


—Puedo dedicarle un par de minutos a mi hermano.


Federico se casó siendo bastante joven y consiguió sobrevivir a una unión sin amor que dio como fruto a Camila. Cuando murió Karen, él se encerró en el trabajo e intentó criar a su hija, hasta que Florencia apareció en su vida y le enseñó el amor verdadero.


—Efectivamente —siguió Federico—, puedes descansar un rato. Deja que tu cuerpo se recupere.


—Tengo que terminar esto.


—¿Por qué? Puedes pagar la hipoteca aunque abras después de la fecha prevista —Federico frunció el ceño—. ¿Hay algo más que te preocupa?


Pedro negó con la cabeza.


—¿Seguro? Esto huele a problema de faldas.


Pedro esbozó una sonrisa forzada.


—¿De dónde iba a sacar tiempo para las mujeres? He estado trabajando aquí día y noche.


—Te conozco, hermanito. Encuentras la compañía de una mujer en los sitios más insospechados —Federico se quedó pensativo—. Sin embargo, me parece que llevas un tiempo sin ninguna, salvo que contemos a esa mujer tan guapa que iba de un lado a otro de la sala de espera del hospital esta mañana.


¿Paula se había preocupado por él?


—El único motivo para que Paula Chaves se preocupara por mí era porque podía darle mala imagen ante sus electores.


Federico se cruzó de brazos.


—A mí me parece que fue por algo más. Sería la mujer ideal para tí.


Pedro intentó no inmutarse.


—Vaya, hermano sabiondo, ¿Podrías decirme por qué lo piensas?


—Lo mejor es que no es tu modelo habitual. Me extrañaría que se tragara toda tu palabrería. Un poco, como Florencia.


Él se acordó de Paula y sintió una punzada de anhelo, pero la sofocó inmediatamente.


—Te olvidas de lo más importante. Yo, al revés que tú, no quiero sentar la cabeza.

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