miércoles, 11 de junio de 2025

Has Vuelto A Mí: Capítulo 71

 –Lo hemos pasado bien, Pedro, pero se ha acabado.


–No tiene por qué ser así –replicó él, y sacó de su bolsillo un papel doblado–. Toma. Este iba a ser tu regalo de Navidad.


Ella no hizo ademán de aceptarlo y él se lo puso en la mano.


–Adelante, échale un vistazo.


La curiosidad era demasiado fuerte. Desdobló el papel y ahogó un gemido de asombro. Era un billete de avión para viajar a cualquier lugar del mundo, en primera clase y en cualquier fecha. Y estaba a su nombre.


–Hay algo entre nosotros, Paula, y yo no quiero que se acabe. Con este billete podrás venir a verme donde quiera que esté y...


–No.


Hizo una bola con la hoja impresa y la dejó caer al suelo.


–¿Es que no lo entiendes, Pedro? No puedo irme de viaje así como así. Tengo obligaciones –apuntó con el dedo por encima del hombro–. No puedo abandonar a mi madre, lo sabes muy bien.


El rostro de Pedro se ensombreció.


–Pero yo creía que... Tenía la esperanza de que quisieras explorar esta... La posibilidad de una relación.


–¿Con tus condiciones?


Una punzada de dolor la hizo flaquear. ¿Estaría siendo demasiado dura? ¿Estaría aniquilando cualquier posibilidad de teneruna vida feliz? Negó con la cabeza.


–Si tanto deseas explorar lo que quiera que haya entre nosotros, ¿Por qué no dejas de huir y te comprometes con algo por una vez entu vida?


Un destello de ira ardió en los ojos de Pedro.


–Me comprometí a ser el mejor en el agua...


–Sí, pero ¿Y qué más? ¿Qué hay de tu familia? No soportas estar con ellos más que unos pocos días al año. ¿Cómo esperas mantener una relación?


Estaba frustrando deliberadamente el intento de Pedro por iniciar una relación, pero no le quedaba más remedio. Por mucho que ella hubiese anhelado otra cosa durante la semana, había descubierto que no había cambiado y que toda relación con él estaba condenada al fracaso y al sufrimiento.


–Vete.


Se lo dijo con la certeza de que Pedro echaría a correr, como siempre hacía. Pero él permaneció inmóvil, tenso y con la mandíbula apretada. ¿A qué estaba esperando?


–No soy yo quien está huyendo esta vez, Paula. Eres tú.


Una profunda tristeza invadió a Paula.


–Eso demuestra lo poco que me conoces... Yo no estoy huyendo. No puedo hacerlo –apuntó con la cabeza hacia Alejandra–. Y aun así me ofreces un billete de avión para que te siga alrededor delmundo.


Estaba a punto de echarse a llorar. Si Pedro no se marchaba enseguida acabaría derrumbándose ante él.


–No me conoces y nunca me conocerás.


Él no se inmutó ni se movió, y entonces oyó la voz de su madre.


–Deberías irte tú, querida.


Paula hizo lo único que podía hacer. Salir corriendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario