viernes, 20 de junio de 2025

Mi Destino Eres Tú: Capítulo 11

Su encuentro casual en el Roadhouse Bar hacía tres años fue un golpe de suerte. Pedro estaba de permiso con tiempo por delante y, al sentirse inquieto, salió a beber algo. Paula y un par de amigas de Austin habían salido a dar una vuelta por los arrabales cuando las vió entrar por la puerta de un tugurio country-western de las afueras de Kerry Springs. El personal era rudo, en general cowboys que querían desfogarse y, con un poco de suerte, encontrar a alguien con quien pasar la noche. Si hubiese sido listo, se habría ocupado de sus propios asuntos y habría terminado la partida de billar. Sin embargo, cuando Damián y Mariano Jankins empezaron a molestarlas, no pudo mirar hacia otro lado y desentenderse. No era tan majadero. Consiguió salvar la situación sin derramamiento de sangre. Tuvo que invitar a los vaqueros a una ronda, pero sacó a las mujeres de allí. Las amigas de Paula volvieron al hotel, pero ella acabó con él y no tuvo reparos en dejar muy claro cuánto lo deseaba. Acabaron en la casa de ella, la vieja residencia familiar del rancho de los Chaves. Pasó los dos días siguientes en la cama de Paula. Esa fue la primera de sus reglas que infringió: Nunca pasar la noche entera. La segunda era nunca hablar del futuro. Con Paula, había perdido la cuenta de la reglas que había infringido. 


Cuando acabó dándose cuenta de lo profundamente que estaba enamorándose, se largó inmediatamente. No podía permitir que aquello siguiera más. No quería nada permanente con una mujer desde que su madre los abandonó, a su hermano y a él, cuando eran niños. Además, no aprendió la lección y le volvió a ocurrir en el instituto con Nadia Haynes. Entonces, ella lo abandonó antes de marcharse a la universidad y lo dejó tirado cuando perdió la beca deportiva por una lesión y una nota media baja. Entonces, Nadia le comunicó que iba a encontrar un hombre con un porvenir mejor y que pudiera ofrecerle la forma de vida que a la que ella aspiraba. Durante años, solo salió con chicas a las que les explicaba las reglas. Entonces, Paula Chaves se cruzó en su camino y todo el sentido común salió volando por la ventana. Por eso, antes de que pasara una tercera vez, consiguió dejar la cama de ella. Efectivamente, fue un cobarde y se marchó antes del amanecer sin despedirse siquiera. Supo que no podría soportar ver su dolor y solo así pudo sobrevivir el año siguiente. Se iba al extranjero y no podía arriesgarse a pensar en ella y a preguntarse si estaría esperándolo cuando volviera. No, no volvería a ser vulnerable otra vez. Siguió la regla de salir pitando.

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