lunes, 9 de junio de 2025

Has Vuelto A Mi: Capítulo 67

O las navidades más recientes con su madre, fingiendo una alegría que estaba lejos de sentir. Se abrió camino entre la multitud hasta la barra y se sintió más animada al ver a Arturo con un disfraz más extravagante del que había lucido el año anterior. Unas enormes astas de reno que amenazaban con saltarse el ojo a alguien, una gran nariz roja hecha con una pelota de tenis y una barba blanca postiza que le llegaba a la barriga. A Paula la alegraba ver como disfrutaba de la vida. Era un hombre muy distinto al que ella había conocido en el grupo de apoyo, tras la muerte de su esposa. Arturo la vió y le hizo un gesto para que se acercara a la barra, donde le dió un fuerte abrazo.


–Hola, querida –la saludó en su lengua nativa, como siempre–. ¡Feliz Navidad!


–Igualmente –arrugó la nariz cuando él la soltó–. ¿Cómo puedes respirar con eso?


–No puedo –dijo él con una voz exageradamente nasal–. Vamos, tómate un poco de sangría.


A pesar de la hora tan temprana, Paula deseó por un momento que la bebida tuviese mucho alcohol.


–Háblame de tu nuevo proyecto.


Genial. Justo lo que más le apetecía... Arturo le sirvió una jarra adornada con una fresa y le hizo un guiño.


–Y cuéntame más de ese antiguo amor.


Paula recordó que una semana antes le había asegurado a Arturo que no sentía nada por Pedro. En esa ocasión no tuvo fuerzas para mentir.


–El proyecto es muy interesante. He desarrollado una campaña de marketing on-line para su nueva escuela de surf, incluyendo foros y sesiones interactivas en la página web, además de una red social nunca vista hasta ahora.


–Impresionante –la alabó Arturo–. Y ahora cuéntame lo que has hecho en tu tiempo libre.


Paula se puso colorada y Arturo le dió una palmadita en la mejilla.


–Estás enamorada...


–¿Por qué lo dices?


–Porque tienes esa expresión en los ojos... Un brillo apagado por la tristeza –frunció el ceño–. Ese amor te ha roto el corazón, ¿Verdad?


–No, no es eso.


Más bien se lo había roto ella misma al enamorarse como una tonta aun sabiendo la fecha de vencimiento, la incapacidad de Pedro para comprometerse y los rasgos que compartía con el padre de Paula.


–¿Quieres hablar de ello? Se me da bien escuchar.


–Ya lo sé.


Arturo había escuchado todos sus temores y remordimientos desde que se hicieron amigos, pero en aquella ocasión Paula no quería hablarle de Pedro. ¿Qué podría decirle? Pedro y ella pertenecían a mundos distintos y sus caminos podían cruzarse, pero no unirse.


–Veo que no quieres hablarle a un viejo de ese amor –adivinó Arturo–. No te preocupes, lo entiendo. Si alguna vez te apetece hablar, ya sabes dónde encontrarme.


–Gracias –le agradeció Paula, y se bebió la sangría de un trago mientras Arturo se alejaba a atender a los otros clientes.


Tenía que marcharse de allí antes de ceder a la tentación de confesárselo todo a Arturo. Porque tenía el presentimiento de que si empezaba a hablar de Pedro no podría parar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario