miércoles, 11 de junio de 2025

Has Vuelto A Mí: Capítulo 75

Sí, estaba intentando ablandarla para que cambiara de opinión. Como si una fabulosa comida italiana pudiera hacer eso... Ella tenía obligaciones. Tenía responsabilidades. Pedro alargó el brazo sobre la mesa, le agarró la mano y se la llevó a los labios para besarle los nudillos. Paula lo iba a tener muy difícil para resistirse... Él le soltó la mano y ella la retiró de mala gana.


–Enseguida podrás hablar, pero antes tienes que escucharme – ella puso los ojos en blanco y él se rió–. Había trazado un plan: Despertarme a tu lado en Navidad, hacerte el amor... Y decirte cómo me siento.


A Paula se le desbocó el corazón.


–Pero tú me privaste de esa oportunidad y mi primer impulso fue marcharme lo más lejos posible. Lo tenía todo preparado para dirigirme al aeropuerto cuando de repente me di cuenta de algo.


Bajó la mirada a las manos de Paula, unidas sobre la mesa, antes de mirarla a los ojos. Y lo que ella vió en ellos le hizo ahogar una exclamación. ¿Esperanza? ¿Admiración? ¿Tal vez... Amor?


–Me dí cuenta de que, en esta ocasión, quería echar a correr hacia algo y no huir de algo.


El resentimiento de Paula empezó a ceder peligrosamente.


–Aquel billete de avión era mi manera de decirte que quiero estar contigo –carraspeó–. No puedo perderte, Paula. Esta vez no.


Se quedó en silencio y Paula lo tomó como una invitación para hablar.


–No puedo ir detrás de tí por todo el mundo, aunque mi madre diga lo contrario.


Él asintió.


–Lo sé. Por eso he pensado en quedarme aquí, en mi pueblo natal, y dedicarme a la escuela y al deporte que me lo ha dado todo.


El asombro echó por tierra las defensas de Paula.


–¿Vas a quedarte en Torquay?


–Solo si tú haces que merezca la pena –esbozó una provocativa sonrisa y Paula a punto estuvo de atragantarse.


Aquello sí que no se lo esperaba. El desarraigado y viajero Pedro Alfonso estaba dispuesto a plantar raíces... Por ella. Era con lo que siempre había soñado, la ilusión por la que lo habría dejado todo ocho años antes. Por primera vez en su vida sintió el impulso egoísta de hacer realidad sus deseos y olvidarse de las consecuencias. Pero, por desgracia, no podía hacerlo. Pedro estaba dispuesto a quedarse allí, pero ¿Por cuánto tiempo? ¿Qué pasaría cuando el estado de Alejandra se complicara? ¿Qué pasaría cuando tuvieran que separarse durante meses por culpa de los compromisos laborales de Pedro y los suyos propios con su madre? La presión acabaría haciendo mella y todo volvería a ser igual que al principio. Estaría enamorada de un hombre que había traicionado su confianza.

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