viernes, 20 de junio de 2025

Mi Destino Eres Tú: Capítulo 15

 —Había venido para comprobar las mejoras que necesita.


Súbitamente, el viento volvió a rugir y a sacudir el ventanuco que había en lo alto de la pared.


—La lista es muy larga, cariño.


—Bueno, me gustaría oírla… Luego, cuando no esté… Pensando en otra cosa.


—No voy a permitir que te pase nada.


Un estrépito parecido al de un tren que se acercaba ahogó sus voces. Se oyó el ruido de la madera al astillarse y él tumbó a Paula y la cubrió con su cuerpo. Toda una serie de recuerdos le invadió la cabeza y rememoró la noche que pasaron juntos. Su voluptuoso cuerpo debajo del de él, los seductores sonidos que dejaba escapar su boca. Ella le rodeó la espalda con los brazos y lo estrechó más contra sí.


—Pedro… —le susurró ella al oído—. Tengo miedo.


—No va a pasar nada, Paula.


Notó que ella temblaba y rezó. Cerró los ojos durante lo que le pareció una eternidad mientras la tormenta azotaba el edificio y hacía un ruido como si estuviera arrancando el tejado. Por fin, la tormenta pareció alejarse, se hizo el silencio y empezó a llover a raudales. Paula notó su tensión, los latidos acelerados de su corazón y el sudor que le mojaba el cuerpo. Se apartó un poco y le tomó la cara entre las manos. A pesar de la penumbra, pudo ver su mirada perdida.


—Quédate conmigo, Pedro. Vamos, casi ha terminado.


Él parpadeó y la miró. Había vuelto a pasarle. Intentó adaptarse a la oscuridad y vió que Paula lo miraba fijamente. Sintió una opresión en el pecho por un deseo que no había sentido desde hacía mucho tiempo.


—Al parecer, estamos a salvo —comentó ella casi sin aliento.


—No, seguimos en peligro.


Incapaz de contenerse, se inclinó y la besó en la boca como si se alegrara de seguir vivo. Paula no se lo impidió. Él la agarró de la nuca para inclinarle la cabeza y profundizar el beso. Le pasó la lengua por los labios y ella los separó. Entonces, dejó escapar un leve gemido y él se dejó arrastrar. Que Dios se apiadara de él. No era de piedra. Cuando por fin dejó de besarla, parecía tan aturdida como se sentía él. No pudo encontrar las palabras adecuadas e hizo lo que haría cualquier hombre con sangre en las venas que tenía una mujer hermosa entre los brazos: Volvió a besarla. No apartó la boca hasta que oyó que alguien la llamaba.


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