lunes, 30 de septiembre de 2024

Un Trato Arriesgado: Capítulo 68

 -¿Adonde vas?


La voz grave de Pedro impidió que Paula se levantara de la cama. Estaban en el dormitorio del apartamento privado que tenían en la mansión Zolezzi. Era una cama muy grande y, desde hacía semanas ya, no dormía en ella sola. Él estiró el brazo y la volvió a tumbar sobre el colchón.


–Estaba tratando de no despertarte –musitó ella mientras apoyaba el rostro contra el cálido torso.


–Llevo ya un rato despierto –comentó él–. ¿De verdad crees que podría permanecer dormido mientras te tomabas libertades con mi cuerpo, querida?


–Oh.


Se acurrucó contra él para ocultar el rostro. No había tenido ni idea de que él había estado despierto cuando, tras retirar la sábana, había realizado un detallado estudio de su cuerpo con ojos y manos. Pedro era una obra de arte.


–Me gustaría saber qué vas a hacer sobre esto, dado que tú eres la responsable –le dijo, mientras la ponía de espaldas contra el colchón y se colocaba entre las piernas para mostrarle la potente erección.


–Iba a hacer café –respondió ella–. ¿No tienes que levantarte para ir a trabajar?


–Hoy iré tarde a la oficina.


–Pero recuerda que tienes que volver pronto para la fiesta de cumpleaños de las gemelas –repuso ella. Se quedó sin aliento cuando él comenzó a lamerle un pezón.


–Mm… Ciertamente soy menos productivo desde que me casé contigo.


–Yo no tengo quejas sobre tí –dijo ella mientras le rodeaba la cintura con las piernas.


Pedro se hundió en ella y sonrió. Paula amaba verlo sonreír y, en los últimos tiempos, lo había hecho con frecuencia. «Lo amas», le susurró una voz en el interior de su cabeza. Sin embargo, no quería admitir aquella peligrosa verdad y mucho menos confesárselo a él. Mucho más tarde, después de que compartieron una ducha y él le hubiera dado otro impresionante orgasmo, se marchó a trabajar. Era una suerte que Sofía durmiera con las gemelas de Luciana. Cuando salió a la terraza, encontró a la pequeña desayunando con Elvira, con la que había formado un verdadero vínculo, al igual que con Luciana y las gemelas. Cuando se llevara a la pequeña de vuelta a Inglaterra, la niña se llevaría una enorme decepción. Aquel pensamiento hizo que se le cayera el alma a los pies. Nunca se había imaginado al llegar a la mansión Zolezzi que podría llegar a ser tan feliz y a sentirse tan cómoda. Sabía que no debía olvidar la razón por la que Pedro se había casado con ella, pero, a lo largo de aquellas semanas, se había sentido muy unida a él. Sin embargo, sería un error empezar a creer que Pedro le pertenecía o que él también sentía un vínculo especial entre ellos que iba más allá de la pasión que compartían. Se sentó a la mesa con Elvira y Sofía y se sirvió una taza de café. De repente, sintió náuseas y tuvo que dejar la taza sobre la mesa sin tocarla. Esperó que no estuviera cayendo enferma con otro virus. Por suerte, las náuseas desaparecieron pronto. Se pasó la mañana en la piscina con Sofía. A última hora, Elvira fue a buscarla para darle el almuerzo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario