miércoles, 25 de septiembre de 2024

Un Trato Arriesgado: Capítulo 57

Apartó su pensamiento de las eróticas imágenes y se rebulló un poco en su asiento para aliviar la incomodidad que sentía en la entrepierna. Ninguna otra mujer había hecho que el corazón le latiera de esa manera. Estaba acostumbrado a tener a todas las mujeres que quería con un esfuerzo mínimo. Sofía estaba sentada al lado de Paula. A pesar de lo pequeña que era, la niña se había comportado impecablemente durante el almuerzo.


–No esperaba que fueras a traer a la niña –le había dicho Ana a Paula al llegar–. ¿No podrías haberla dejado con la niñera?


–Elvira se ofreció a cuidarla, pero a mí me gusta pasar todo el tiempo posible con mi hija –le había respondido Paula.


Después, Eduardo empezó a charlar con Paula sobre tres de los cuadros de Pablo Picasso que él poseía. Pedro sabía que su madre no compartía el interés de su esposo por el famoso pintor y se mostró algo irritada cuando Paula reveló un impresionante conocimiento sobre el trabajo del artista.


–¿Tenían tus padres alguna profesión? –le preguntó para cambiar de tema.


–Los dos trabajaban en un hospital.


–¡No me digas! ¿Eran médicos?


–No, mi padre era celador y mi madre asistente de limpieza.


Ana arqueó las cejas con una expresión muy superficial.


–Vaya, el trabajo doméstico parece ser la ocupación favorita de tu familia.


–Mamá… –le advirtió Pedro. No iba a permitir que su madre disgustara a Paula.


–Mis padres trabajaron mucho para que yo pudiera perseguir mi sueño de ser bailarina de ballet. No eran ricos ni tenían muchos estudios, pero me amaban y me apoyaban en todo. Nunca me habrían abandonado en una chabola como tú hiciste con Pedro y su hermana cuando solo eran unos niños.


Ana contuvo el aliento, pero Juliet siguió hablando con fiereza.


–¿Cómo pudiste dejar a tus hijos con un padre que era cruel y violento? Debías de saber que Horacio pegaba a Pedro con un cinturón.


–¿Cómo te atreves? –replicó Ana, palideciendo.


–Me atrevo porque soy la esposa de Pedro y es el deber de una esposa apoyar a su marido. Me quedé atónita cuando me contó todo lo que le había pasado de niño.


Paula se secó las lágrimas de los ojos. En ese momento, Pedrp experimentó algo que no podía explicar.


–Alfredo lo trajo a esta casa para que pudiera reunirse contigo y con sus otros familiares, pero no se sintió bienvenido ni querido. Tú no lo defendiste, pero yo lo haré. Pedro es el nieto mayor de Alfredo y es quien debe suceder a su abuelo en el Grupo Zolezzi.


Durante el tenso silencio que se produjo a continuación, Pedro se dijo que el dolor que sentía debajo del esternón era indigestión, no porque Paula lo hubiera defendido y hubiera luchado por él de un modo que nadie había hecho en toda su vida. Como si le importara de verdad.


Ana tomó su copa de vino y la vació de un trago antes de mirar a Pedro.

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