miércoles, 25 de septiembre de 2024

Un Trato Arriesgado: Capítulo 58

 –Estaba avergonzada –susurró.


–Lo sé, mamá. Siempre me has dejado muy claro que te avergüenza tener un hijo que tiene sangre gitana. Nunca seré el hijo perfecto, como Diego, pero ser presidente me corresponde por nacimiento.


Ana no volvió a hablar, aunque cuando se despidió de Pedro, éste tuvo la extraña sensación de que quería decirle algo.



–¿Estás enfadado conmigo? –musitó Paula mientras recorrían la casa para volver a su departamento. 


Sofía iba entre los dos y había insistido en darle la mano también a Pedro.


–¿Por qué iba a estarlo? Has representado el papel de esposa de un modo muy convincente.


–No estaba actuando. Lo que te ocurrió de niño fue algo terrible. Creo que el hecho de que tu madre no te protegiera ha tenido un efecto fundamental en la persona que eres ahora. Creo que podría ser la razón de que nunca hayas querido enamorarte. Tienes miedo de que te defrauden y te abandonen como lo hizo Ana.


Pedro sintió que algo en su corazón parecía liberarse, aunque no comprendía de qué se trataba.


–Creo que deberías de dejar de psicoanalizarme y también de buscar detalles que me rediman porque no los hay.


–Cuidaste de tu hermana cuando tú mismo solo eras un niño. Cuando te conocí, pensé que solo habías conocido la riqueza y los privilegios en tu vida. El hecho de que pasaras tus primeros años en una chabola hace que seas más hombre, una persona mejor que cualquiera de tus mimados parientes y por eso no tienen derecho alguno a despreciarte.


–Un hombre mejor no se habría pasado todo el almuerzo imaginándote desnuda y disfrutando del sexo salvaje contigo sobre la mesa del comedor de mi madre.


Paula se sonrojó.


–¿Sigues sintiendo esa necesidad? –le preguntó ella, mirándolo fijamente a los ojos.


–No tienes ni idea cuánto… Por eso necesito que dejes de pensar que hay algo bueno en mí.


–Me pregunto por qué sigues tan decidido a hacer eso…


Antes de que él pudiera responder, llegaron al departamento. Paula se apartó de él y se dirigió hacia su vestidor.


–Luciana me ha pedido que les dé unas clases de ballet a Alma y a  Valentina. Vamos a tener nuestra primera clase esta misma tarde, a menos que haya algo más que quieras que haga…


A Pedro se le ocurrían muchas cosas, todas ellas con un fuerte componente erótico.


–No. Le prometí al tío Álvaro que jugaría con él al golf –contestó antes de dirigirse a su propio vestidor. A la seguridad. Lejos de la tentación que era su esposa.

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