miércoles, 11 de septiembre de 2024

Un Trato Arriesgado: Capítulo 33

 -¿No ha sido tan difícil, ¿Verdad?


La voz de Pedro irrumpió en la sensual neblina que había envuelto a Paula. Parpadeó, medio cegada por la luz del sol cuando él levantó la cabeza y ella ya no estaba cobijada por su sombra. Se preguntó por qué había dejado de besarla, pero entonces, la realidad se hizo evidente. Recordó que él le había estado demostrando cómo se tendrían que comportar en público para convencer a su abuelo de que el matrimonio era genuino. ¡Y ella acababa de demostrarle a Pedro que no podía resistirse a él! Bajó la mirada. Se sentía muy avergonzada, sobre todo porque vio la silueta de los pezones a través de la seda de la camisola. Volvió a mirarlo a él, esperando ver la burla en su mirada. Sin embargo, Pedro parecía estar muy tenso. Resultaba evidente que no podía esperar a alejarse de ella. Se dió la vuelta y echó a andar. Se detuvo al llegar a las puertas de cristal.


–La enfermera ha dicho que tu temperatura ha vuelto a la normalidad y que te sientes mucho mejor –le dijo. Paula asintió–. Tenemos un almuerzo familiar más tarde. Así podrás conocer a otros familiares míos.


–¿Quieres decir que hay más? –le preguntó asombrada.


–Mi abuelo es el mayor de siete hermanos y hay muchos tíos y primos, muchos de los cuales trabajan en la empresa y tienen opinión sobre quién debería suceder a Alfredo. Algunos de ellos me apoyan a mí, pero la mayoría no.


–Preferiría no verme sometida a más humillaciones y no quiero que Sofía vuelva a disgustarse. ¿No puedes decir que me sigo encontrando mal?


–Mi abuelo esperará que estemos presentes. Será la oportunidad perfecta para demostrarle que somos una pareja enamorada. 


–No soy una actriz tan buena…


–Pues me ha parecido que tu actuación de hace unos momentos ha sido muy convincente… A menos que no fuera una actuación y estuvieras en realidad disfrutando del beso.


Mientras que Paula buscaba el modo de responderle, Pedro volvió a hablar.


–Las gemelas de Luciana van a almorzar en el cuarto de juegos con la niñera. Tal vez Sofía prefiera quedarse con ellas.


Había besado a Paula para demostrarle cómo tendrían que comportarse para parecer una pareja de recién casados delante de su abuelo. Pedro se aseguró que esa era la única razón, aunque, admitió, tal vez había una cierta curiosidad. Se había dado cuenta de que se había precipitado a la hora de calificar a su esposa como poco atractiva y eso había acicateado su interés. Sin embargo, no había estado preparado para su propia reacción. Se había visto atrapado por la dulce sensualidad de la respuesta de Paula y había sentido un nudo en el estómago cuando ella le besó con una intrigante mezcla de inocencia y deseo. Había habido un momento en el que la fría lógica se había visto casi superada por la pasión y había estado a punto de profundizar el beso y de estrechar el esbelto cuerpo de Paula contra el suyo. Por suerte, se había acordado a tiempo de que sería un error implicarse más con ella. Paula era más vulnerable de lo que había pensado cuando le sugirió su plan.

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