miércoles, 4 de septiembre de 2024

Un Trato Arriesgado: Capítulo 16

El segundo plato, pollo en una cremosa salsa, suponía una agradable novedad a las comidas ya preparadas que ella solía comprar dado que los productos frescos y de calidad eran demasiado caros. Se concentró en disfrutar de la cena. Pedro se levantó para echar otro leño al fuego. Las llamas crepitaron y el aroma a madera llenó la habitación. El vino, la cena y el ambiente general del comedor empezaron a hacer que Paula se relajara. Dejó escapar un suave suspiro.


–¿De verdad me vas a decir que no te sientes tentada?


La seductora voz de Pedro la envolvió. Dió otro sorbo al vino.


–Por supuesto que me siento tentada. Para serte sincera, ni siquiera me puedo imaginar teniendo cinco millones de libras, una cantidad que ciertamente transformaría mi vida. Sin embargo, tengo que considerar lo que es mejor para Sofía. Me preocupa que se pueda sentir apegada a tí mientras estemos casados y luego sentirse muy disgustada cuando nos divorciemos y tú ya no estés en su vida.


Pedro frunció el ceño.


–Creo que eso es algo muy poco probable. Inmediatamente después de nuestro matrimonio, Sofía y tú vendrán conmigo a España para asistir a la fiesta en la que se celebrará que mi abuelo cumple ochenta años. Te presentaré como mi esposa y Alfredo me nombrará su sucesor. La transición de poder llevará un tiempo, tal vez un mes o dos. Tendremos que asistir a algunos eventos sociales juntos para demostrarles a todos que me he reformado –comentó en tono sarcástico–. Después de un periodo de tiempo adecuado, tu hija y tú pueden regresar aquí a Ferndown House. Diremos como excusa que tú prefieres que vaya al colegio aquí en Inglaterra. Yo tendré que pasar mucho tiempo en las oficinas centrales que el Grupo Zolezzi tiene en Valencia y la verdad es que no vendré a Inglaterra con mucha frecuencia.


–Qué romántico.


Paula se dijo que era una estupidez sentirse decepcionada por el hecho de que Pedro le hubiera dejado tan claro que tenía la intención de evitarla todo lo que fuera posible.


–No te estoy ofreciendo romanticismo –replicó él con voz dura–. Quiero que seas mi esposa con el único propósito de cumplir con el requerimiento de mi abuelo.


Con eso, se levantó y fue a por unos papeles, que colocó encima de la mesa.


–Tenemos que avisar veintiocho días antes al registro de nuestra intención de casarnos. Mis abogados han redactado un contrato en el que establecer que se te transferirán cinco millones de libras a tu cuenta cuando yo haya logrado sustituir a mi abuelo como presidente del Grupo Zolezzi. Lo único que tienes que hacer es poner tu nombre. Yo me ocuparé de todo lo referente a la boda y también de que tu hija y tú se muden del piso en el que viven ahora a Ferndown House.

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