lunes, 2 de septiembre de 2024

Un Trato Arriesgado: Capítulo 14

La voz de Pedro la sacó de sus pensamientos. Paula se dió cuenta de que habían estacionado frente a una hermosa mansión.


–¿Adónde hemos llegado? –le preguntó ella.


–A mi casa en Inglaterra. Ferndown House. Ahora está muy oscuro, pero da a Hampstead Heath.


Paula se miró los vaqueros rotos.


–Supongo que no quieres que te vean en público conmigo con el aspecto que tengo.


Pedro la miró, pero ella no pudo girarse a mirarlo a él. No quería ver su expresión de desprecio. Después de un momento, suspiró.


–Te he traído a mi casa porque así nos aseguraremos intimidad mientras hablamos, algo que no tendríamos en un bar o en un restaurante. No hay por qué avergonzarse de ser pobre. Resulta evidente que trabajas muy duro para poder mantener a tu hija, pero yo puedo ayudarte. Nos podemos ayudar el uno al otro. Ahora, vamos dentro. Podrás conocer a María, mi ama de llaves. Nos ha preparado la cena.


Si Paula pudiera haber diseñado su casa de ensueño, habría sido muy parecida a Ferndown House. Desde el exterior, era una casa de estilo victoriano, pero, por dentro, había sido reformada por completo para convertirla en una casa moderna que conservaba aún la personalidad de su estilo original. Contuvo el aliento cuando Pedro le mostró una enorme sala, con un precioso suelo de parqué y espejos hasta el techo en una de las paredes.


–Los anteriores dueños daban muchas fiestas aquí, pero yo no lo hago muy a menudo, por lo que esta sala no se usa demasiado.


Aquella sala sería ideal para un estudio de danza. Siempre había soñado con tener algún día su propia escuela de ballet. Se imaginó las barras y una caja con colofonia sobre el suelo para que los bailarines pudieran impregnarse las puntas y no resbalarse antes de bailar. Siguió a Pedro a lo largo del vestíbulo y vio otra sala, un estudio y una biblioteca con vistas al jardín. Este era un amplio espacio con césped y multitud de plantas, donde Sofía podría jugar. Paula suspiró al pensar en los columpios oxidados que había en el parque cerca de su piso al que, en ocasiones, llevaba a su hija. En la segunda planta, pasaron por delante de lo que ella dedujo que sería el dormitorio principal, que tenía una cama con dosel. Sin poder evitarlo, se preguntó cuántas mujeres habrían pasado la noche con Pedro en aquella enorme cama.


–Aquí hay un cuarto infantil –dijo mientras abría la puerta. Era una habitación muy grande, con hadas pintadas en las paredes. Rafael se echó a reír al ver la expresión de asombro de Paula–. No pienso llenar este cuarto con mis propios hijos, pero mi hermana tiene dos gemelas que en ocasiones se alojan en mi casa.


Regresaron a la planta de abajo y fueron al comedor. Un alegre fuego ardía en la chimenea.


–Tienes una casa preciosa –murmuró Paula cuando Pedro retiró una silla de la mesa y esperó a que ella se sentara antes de tomar asiento frente a ella.


Los dos guardaron silencio mientras María servía el primer plato. Después, el ama de llaves dejó el segundo sobre un carrito que podía mantenerlo caliente y se marchó. Fue Pedro quien sirvió el vino.


–Si accedes a mi propuesta, Ferndown House será su casa mientras estemos casados. Después de unos meses, cuando se disuelva el matrimonio, transferiré cinco millones de libras a tu cuenta y tú podrás comprarte la tuya propia. ¿Tienes idea de dónde te gustaría vivir?


–En algún lugar en la costa –dijo ella inmediatamente–. Cuando era niña, mis padres me llevaban de vacaciones a Cornualles. Nos alojábamos en una caravana junto a la playa. Siempre he pensado que sería maravilloso que Sofía pudiera crecer junto al mar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario