lunes, 9 de septiembre de 2024

Un Trato Arriesgado: Capítulo 27

 –Te voy a pagar cinco millones de libras –repuso él ignorando su conciencia–. Lamento que mi abuelo hablara de tí como lo hizo, pero estoy seguro de que lo superarás cuando tengas el dinero en el banco y puedas comprarte ropas y joyas… Lo que quieras.


–Lo único que quiero es seguridad para Sofía. No me interesan ni la ropa ni las joyas.


–Eso me lo creo –comentó él mientras observaba el lamentable pijama que ella llevaba puesto antes de salir del dormitorio.


Paula debería estar agradecida por no tener que vivir nunca más en la pobreza. Pedro bajó la grandiosa escalera. Su mal humor no mejoró cuando entró en el despacho de su abuelo y lo vió en compañía del abogado de la empresa, Roberto Silva. Se acercó a la mesa y se sentó en una butaca enfrente de los dos hombres. Aparentemente, parecía relajado, pero su instinto le decía que habría problemas.


–Roberto, me alegro de verte –dijo–. Supongo que mi abuelo te ha pedido que vengas hoy para empezar con las gestiones que me nombren presidente de la empresa ahora que estoy casado. Eso es lo que acordamos, ¿Verdad, abuelo?


–Una vez más, me has desilusionado, Pedro. No puedo decir que me sorprenda, dado que has resultado ser una decepción con mucha frecuencia. Sin embargo, esta vez te has excedido.


–Supongo que no te sentirías decepcionado cuando aseguré el contrato para la compra de la empresa de moda más famosa de los Estados Unidos. Esa adquisición pone al Grupo Zolezzi entre las cinco empresas más grandes de todo el mundo.


–No voy a negar que tu talento para los negocios es impresionante – rugió Alfredo–, pero, tal y como he dicho antes, nuestro presidente debe ser el ejemplo de la empresa. Es un puesto de gran poder y responsabilidad que requiere cierta humildad, algo de lo que tú careces, Pedro.


–He cumplido con la condición que me impusiste y he traído a mi esposa a tiempo para las celebraciones de tu cumpleaños. ¿Eso es falta de humildad?


–No insultes mi inteligencia. Sabes que esperaba que te casaras bien con una mujer que encajara con el noble linaje de los Zolezzi, pero tú has buscado humillarme deliberadamente casándote con mujer que no podría ser más inadecuada. Tu esposa parece una adolescente, pero ya es madre de una niña. Sin duda vive a costa del estado.


–Paula tiene veinticinco años y siempre ha trabajado para mantener a su hija.


La ira se apoderó de él al escuchar la injusta descripción que su abuelo había hecho de Paula. Sin embargo, su conciencia le recordó que se había casado con ella precisamente por aquellas razones para enfurecer a su abuelo. El abogado se aclaró la garganta y tomó un documento.


–Este es el acuerdo entre tú, Pedro, y tu abuelo. En él se especifica la intención de Alfredo de nombrarte como su sucesor cuando te hubieras casado.


Pedro asintió.


–Ya te he dado la copia de mi certificado de matrimonio.


–Sí, parece ser legítimo –murmuró Roberto mientras observaba el otro documento que tenía delante–. Sin embargo, tu abuelo ha expresado su preocupación de que tu matrimonio con la señorita Paula Chaves sea de hecho un matrimonio de conveniencia con el propósito de conseguir beneficios por tu estado civil. En otras palabras, que tu matrimonio con la señorita Chaves sea falso y su único propósito engañar a Alfredo para persuadirle de que te nombre heredero suyo.

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