viernes, 27 de septiembre de 2024

Un Trato Arriesgado: Capítulo 62

Se levantó rápidamente de la cama. Efectivamente, se oían voces en el departamento y supuso que Luciana debía de haber regresado con las tres niñas.


–Yo me ocuparé de ella mientras tú te vistes –le Pedro Rafael mientras le daba un beso en la punta de la nariz antes de marcharse.


Paula tardó unos segundos en ponerse el mismo vestido azul de la hora del almuerzo. Al entrar en el salón, Sofía salió corriendo hacia ella.


–Mamá, ¿Me puedes dar el pijama?


–Pero si aún no es la hora de dormir.


Luciana se echó a reír.


–A las gemelas les gustaría que Sofía viniera a nuestro departamento para dormir con ellas. Pedro me ha explicado que tienen una cena esta noche en Valencia, así que es la solución perfecta.


Era la primera noticia que Paula tenía sobre una cena, pero Pedro parecía decidido a evitar su mirada. Durante los siguientes diez minutos, estuvo preparándole a Sofía una mochila con su pijama, cepillo de dientes y una amplia selección de peluches. Entonces, abrazó a Sofía y sintió que se le encogía el corazón al ver cómo se iba tan contenta con Luciana. Cuando se hubieron marchado, se volvió a Pedro.


–¿Con quién hemos quedado esta noche?


–Es una cita.


–¿Una cita? No entiendo.


–Es muy sencillo –replicó mientras se acercaba a ella–. Te voy a llevar a cenar, lejos de la mansión de los Casillas, para que podamos pasar un tiempo a solas –contestó él. Entonces, tomó un mechón de cabello que se le había soltado del recogido que llevaba y se lo colocó detrás de la oreja–. Me gustaría explorar la atracción que hay entre nosotros y pienso que a tí también te gustaría. Creo que hemos hecho todo en el orden equivocado. Primero nos hemos casado antes de pasar siquiera un día entero juntos. Yo fui tan arrogante como para creer que no importaba. Por eso me gustaría que volviéramos a empezar. Entonces, bella Paula, ¿Te gustaría cenar conmigo?


Ella asintió. De repente se sentía muy tímida, pero también emocionada, presa de una serie de sentimientos que tenía miedo de definir.


–Me encantaría.


–Estupendo. Tengo que hacer algo de trabajo en mi despacho, así que nos marcharemos dentro de una hora. Por cierto, tienes que llevarte una bolsa con tus cosas para pasar la noche fuera. Vamos a dormir en el ático que tengo en la ciudad. Ah, y ponte algo sexy, amante…


Paula sintió que el corazón le daba un vuelco en el pecho. La había llamado amante…


-Podríamos olvidarnos de la cena e ir directamente al ático…


Pedro le hizo aquella sugerencia cuando ya estaban en el restaurante. Paula apartó la mirada de él y observó el restaurante, que él le había dicho que era uno de los mejores de toda la ciudad de Valencia. Le había prometido una cita.


–Tengo hambre –repuso ella desdoblando la servilleta.


–Yo también –gruñó Pedro–. Estás increíble con ese vestido. Te podría comer… De hecho, estoy deseando saborearte de nuevo más tarde…

No hay comentarios:

Publicar un comentario