viernes, 31 de mayo de 2024

Quédate Conmigo: Capítulo 55

 –¿Y no te pusiste en contacto con su familia?


–Javier no hubiese querido. Yo nunca fui parte de su vida, solo un romance de verano antes de casarse con la novia que su familia había elegido para él. Tener a Sofi fue mi decisión y una que no he lamentado nunca.


Por alguna razón, eso lo hizo sonreír.


–Así que tu madre se marchó de Cranbrook y tú te mudaste a la casita de mi madre. Es extraordinario.


–No hay nada extraordinario en ello. Estaba vacía y yo necesitaba un sitio en el que vivir.


–¿No ves a tu madre?


–No mucho. Volvió a casarse y está muy ocupada con su nueva familia –Paula sacó un pañuelo del bolso para limpiarse las manos–. Bueno, ahora ya conoces todos mis secretos.


–Lo dudo.


–Más que la mayoría de la gente. Y ahora te toca a tí contarme los tuyos. Yo te he contado los míos, tú me cuentas los tuyos…


–Creo que la frase era: «Yo te enseño el mío, tú me enseñas el tuyo» –bromeó Pedro–. ¿Nunca jugaste a eso?


Paula le dió un empujón.


–Tonto.


–Ya te he contado mi gran secreto.


–¿Lo de tu padre? Eso es historia antigua. Sé que estuviste casado con Micaela Parsons. ¿Tienes hijos? –Paula había estado pensando en la hija de Beatríz Webb, pero no se atrevía a preguntar directamente–. ¿Dónde fuiste cuando te marchaste de Cranbrook Park? ¿Cómo convertiste una empresa de mensajería en una multinacional? ¿Qué haces de vuelta en Maybridge?


Estaba enterrando la gran pregunta entre otras menos importantes, salvo que ninguna era menos importante.


–¿Solo quieres saber eso?


–Me valdrá por el momento.


–Me gustaría saber cómo te has enterado de mi matrimonio con Micaela.


–Secreto profesional –Paula seguía sintiéndose incómoda por haberle sacado esa información a una de sus empleadas–. ¿Cómo se conocieron?


–Mica trabajaba en la oficina. En realidad, llevaba la oficina por mí cuando las cosas empezaron a ir bien. Trabajábamos muchas horas y no teníamos tiempo para salir, solo trabajo y sexo. Sobre todo trabajo. En realidad, no sé por qué nos casamos –le confesó Pedro, tomándola por sorpresa.


–Es lo que se llama un matrimonio de prueba.


–¿Qué?


–Como la primera casa: Pequeña, temporal, barata, un sitio en el que alojarte hasta que encuentras lo que buscas de verdad.


–Podrías tener razón –asintió él–. Mica ha vuelto a casarse con un tipo que nunca ha montado en moto y tiene un par de hijos. Menos mal que nosotros no cometimos ese error. No se pueden tener hijos de prueba –añadió, levantándose–. ¿Paseamos un rato para bajar el helado?


–Buena idea. ¡Sofía!


La niña tenía chocolate en la mejilla, una mancha verde en el jersey y los zapatos mojados. Su madre se quedaría horrorizada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario