viernes, 31 de mayo de 2024

Quédate Conmigo: Capítulo 53

 –Me pregunto si Sofía querrá alguna vez una minifalda de cuero rojo –dijo él, chupando el chocolate de su dedo con hipnotizadora lentitud–. ¿Con qué sueña tu hija? ¿Lo sabes? ¿Le has preguntado alguna vez? ¿Tus padres te preguntaron a tí alguna vez?


–Los padres hacen lo que creen mejor para sus hijos –respondió ella, a la defensiva. Tal vez porque sabía poco sobre lo que pensaba su hija, sobre lo que la hacía tan infeliz últimamente.


–¿Tú crees?


–Los míos hicieron lo que pudieron por mí.


–Pues tuviste suerte –dijo Pedro–. Pero aun teniendo las mejores intenciones, no siempre se hacen las cosas bien. ¿Cómo respondieron tus padres al nacimientode Sofía?


Paula se dejó caer de nuevo sobre el banco.


–Mi padre murió una semana antes de que naciera.


–Vaya, mal momento.


–¿Hay un buen momento para morir?


–En la cama, al final de una vida vivida al máximo.


–Sí, bueno, la vida de mi padre se cortó debido a un cáncer de páncreas. Dos años de quimioterapia, remisión, más quimioterapia… Siguió trabajando hasta una semana antes de morir –le contó Paula–. Se negaba a descansar. Decía que tendría todo el tiempo del mundo para eso.


Pedro no le dió el pésame, pero la verdad era que su padre y él siempre se habían llevado mal. Y, según contaba, había sido su padre quien lo echó de la finca siguiendo órdenes de sir Erique. ¿Con qué lo habría amenazado para que no volviera? ¿Con echar a su madre de allí? ¿Despedir a su padrastro? Ella estaba acostumbrada a hacer preguntas, era su trabajo, pero no sabía si quería saber la respuesta a esa pregunta en concreto porque quería, necesitaba, recordar a su padre como la única persona en el mundo que la había entendido y que la había querido lo suficiente como para apoyarla cuando más lo necesitaba.


–Debió ser muy duro para tí –comentó Pedro.


–Fue más duro para mi padre. Y para mi madre también. Yo pude escapar y divertirme, al menos durante un tiempo.


–¿Con el padre de Sofía?


–Sí.


–No te culpes por ello.


–Es más fácil decirlo que hacerlo. Tengo que vivir sabiendo que he defraudado a unos padres que solo querían lo mejor para mí.


–Yo nunca tuve ese problema –dijo Pedro, mientras terminaba su helado.


Le gustaría preguntarle por su infancia, por cómo lo había tratado Horacio Alfonso, si había sabido siempre que no era su padre biológico.


–Sir Enrique le ofreció a mi madre la oportunidad de comprar la casa, pero ella no quería quedarse.


–E imagino que tú querías estar con el padre de Sofía.

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