miércoles, 15 de mayo de 2024

Quédate Conmigo: Capítulo 28

El esfuerzo que había hecho para arreglar la casa no significaría nada para Pedro y podría pedir tres veces el alquiler que ella pagaba. De modo que no era solo su trabajo lo que estaba en peligro, también podría perder su casa.


–¡Mamá! –exclamó Sofía, corriendo hacia ella.


–Hola, cariño. ¿Quieres preguntarle a Camila si quiere venir a tomar el té a casa?


–No –respondió su hija–. No pienso volver a hablar con Camila.


«Ah, genial». Debería haberla llamado por teléfono. Pedro lo sabía, pero se sentía atraído por Paula Chaves de una manera que no podría explicar. Enrique Cranbrook tenía razón: Estaba obsesionado con la finca. Era algo que lo había empujado toda la vida. Incluso había hecho planes para su futuro mucho antes de que saliera al mercado porque sabía que era una cuestión de tiempo. Todo le había parecido tan sencillo. Sabía lo que debía hacer, cómo se sentiría. Pero esa mañana había visto a un chico pescando en el río; un chico tan parecido a él a su edad, ningún respeto por nada, haciendo lo que le daba la gana, y había sido como una patada en el estómago. Y luego, cuando Paula lo atropelló, la patada había sido física más que metafórica. Chico del pueblo salva Cranbrook Park Los abogados de sir Enrique Cranbrook han anunciado esta mañana que la finca Cranbrook Park ha sido vendida al multimillonario Pepe Alfonso. Para el señor Alfonso, fundador y presidente de Pedgo, la conocida multinacional de transportes, es un regreso a casa muy especial. Nacido en Maybridge, sus padres trabajaban para sir Enrique Cranbrook y fue alumno del colegio y el instituto del pueblo antes de marcharse para abrir su negocio. Diana Bridges, antigua directora del colegio, lo recuerda como un niño alegre y sus profesores del instituto lo describen como un chico lleno de vida que, incluso siendo muy joven, mostraba un gran espíritu emprendedor. Antiguos residentes de la finca recuerdan que era un gran pescador de truchas, de modo que sin duda aprovechará el famoso río que atraviesa la propiedad. Pepe Alfonso abrió una empresa de mensajería en moto cuando dejó el instituto y, años después, amplió el negocio hasta levantar una empresa de transportes internacional. Hace tres años, su fortuna personal era estimada en una cifra con nueve ceros. Según los rumores, la finca será transformada en un resort de lujo, pero el señor Alfonso, un hombre divorciado de treinta y tres años, mantiene sus planes en secreto por el momento. Sin embargo, sí ha confirmado que, como todas sus inversiones, la finca «Tendría que trabajar para ganarse el sustento» y eso suena prometedor para la gente de la zona.


–Un trabajo excelente, Paula –Bruno se echó hacia atrás en la silla–. Entré en Internet para encontrar datos sobre North, pero apenas había nada personal. Pero, claro, tú vives en la finca. ¿Lo conoces?


–Es un poco mayor que yo –respondió ella, evasiva.


–Debías ser una niña cuando se marchó de Cranbrook Park, pero está muy bien que hayas conseguido tan rápido la foto del colegio.


–Gracias –Paula le pasó la nota de gastos del viaje a Londres: Recibos por las copias de su partida de nacimiento, matrimonio y divorcio, y el almuerzo en un café al lado de su oficina.

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