miércoles, 15 de mayo de 2024

Quédate Conmigo: Capítulo 30

 –Evidentemente, no lees las cartas al director.


–No leo el Observer –mintió él–. Pero no tengo la menor duda de que esa que se titula Indignación en Maybridge la ha escrito alguien del periódico.


–Mira que eres cínico. A la gente le importa.


–Sin comentarios.


–O sea, sin comentarios, sin comentarios y sin comentarios –Paula suspiró–. Muy bien, lo publicaré así.


–¿Qué tal el pie?


–Estoy mutilada de por vida –respondió ella–. Mi abogado se pondrá en contacto con el tuyo en cualquier momento. ¿Qué tal tu… Caña?


–Te remito a la respuesta que he dado antes.


–Sería un artículo estupendo: Millonario terrateniente aplastado por inquilina. Por cierto, Archie está en plena forma. Ayer lanzó al río a unos moteros. Te enviaré un enlace con el artículo.


–Tú no te chivarías de Archie –dijo él. En ese momento, entró un mensaje en su buzón–. ¿Cómo sabes mi dirección de correo?


–Sin comentarios –respondió Paula–. Es una buena foto de Archie, ¿Eh?


Pedro pinchó el enlace y vió la fotografía del burro, la viva imagen de la inocencia, mirando por encima de unos arbustos.


–No creas nada de lo que leas y solo la mitad de lo que veas –dijo Pedro. Y le pareció escuchar un suspiro al otro lado de la línea.


–¿Algún progreso con mi bicicleta?


–Pregúntale a Iván. Él se está encargando de repararla.


–Lo haré. Oye, Pedro…


–¿Sí?


–Gracias por darme una oportunidad. La oferta del pastel sigue en pie cuando quieras.


–Deja de llamarme y estaremos en paz –dijo él, colgando antes de echarse atrás.


Solo el presupuesto para el tejado vió su sonrisa.




–¿Otra vez en la portada, Paula?


–Tengo buen ojo –respondió ella, tomando un ejemplar del periódico. La feria de Maybridge ocupaba casi toda la portada, pero en el faldón estaba su artículo, titulado Cerrado a la diversión–. Suena bien, ¿No te parece?


–Bueno, están siendo unos días muy lentos.


Gustavo Matthews, el redactor de deportes, solía ser bastante gruñón.


–Esto es Maybridge, Gustavo. Nunca hay demasiado que contar. El periodista ambicioso tiene que salir y crear los titulares.


El periodista ambicioso o la periodista desesperada por agarrarse a su puesto de trabajo, la que desearía no haberle prometido a su editor una constante fuente de noticias sobre Pedro Alfonso.


–No hay nada malo en ser ambicioso –asintió Gustavo–. Pero vas a tener que buscar algo mejor que Terrateniente local cierra camino si quieres repetir el éxito de Chico del pueblo salva Cranbrook Park.


Paula no necesitaba que se lo dijera, Bruno ya estaba persiguiéndola.


–No es el camino lo que interesa, lo que vende es «Multimillonario y terrateniente».


Aparte de divorciado, sin compromiso, alto, guapo, moreno.


–La gente se cansará de esa dieta de historias sobre Pedro Alfonso.


Y cuanto antes mejor. Mientras tanto…


–He oído que ha cancelado la merienda tradicional en la pradera. ¿Quién cree que es? –exclamó Paula, intentando mostrarse indignada.


–¿Pepe Alfonso, multimillonario terrateniente? –sugirió Gustavo.


Ella miró la fotografía de la pila de chatarra bloqueando el camino de Cranbrook. El fotógrafo había escrito en rotulador Cerrado a la diversión en un cartón que había apoyado sobre la chatarra. Era una buena foto, no podía negarlo. Y Bruno había encontrado una de Pedro en una cena benéfica, con esmoquin. El contraste sugería arrogancia, distancia, un hombre al que no le importaba nadie.


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