lunes, 27 de mayo de 2024

Quédate Conmigo: Capítulo 42

Allí estaba, Mónica Armstrong, la presidenta de la editorial Armstrong, propietaria no solo del Maybridge Observer sino del County Chronicle y otros periódicos de la región además de varias emisoras de radio. Con ella, Pedro Alfonso, que le sacaba una cabeza, mirándola con una expresión tan intensa, tan oscura, que la dejó sin aliento.


–Pedro… Creo que ya conoces a Paula Chaves.


–Sí, nos conocemos –asintió él. Su expresión era grave, seria, pero el brillo de sus ojos le decía que lo estaba pasando bien.


Aquel día no llevaba el mono verde sino el elegante traje de chaqueta italiano que vestiría un millonario.


–Paula, el señor Alfonso ha leído el artículo sobre la semana de los deseos de Maybridge y ha ofrecido generosamente su apoyo. Y como tú siempre has mostrado tanto interés por Cranbrook Park, el señor Alfonso quiere que trabajes con él.


La mirada de Pedro la mantenía inmóvil, como una mariposa sujeta con un alfiler. Aquella era su gran oportunidad de hablar seriamente con él para descubrir dónde había estado todos esos años. Y por qué había vuelto. Podría escribir un artículo serio sobre un hombre de negocios de gran éxito, algo importante. Algo más grande de lo que solía publicar el Observer, pero que quedaría muy bien en el County Chronicle, la revista del grupo editorial. Tal vez incluso en un periódico de tirada nacional. Y eso sería un paso adelante en su carrera. Debería sentirse feliz. El empujoncito de Jessica hacia el interior del despacho fue suficiente para que recuperase la compostura.


–Pedro, qué sorpresa. Creí que no querías saber nada de la prensa.


–¿Es por eso por lo que no me has llamado estos días?


–No servía de nada.


–No abandones nunca, Paula. Con suficientes incentivos… –Pedro tomó su mano en un gesto poco convencional, más bien como si fuera su cautiva– estoy dispuesto a hablar con cualquiera.


–¿Ha sido el sándwich de mermelada?


–Esperaba que lo llevases en persona.


–He estado muy ocupada –Paula tragó saliva–. ¿Qué tipo de patrocinio nos ofreces? Tú estás en el negocio de los transportes, ¿No? –le preguntó, como si no tuviera ya esa información. Sabía las toneladas de mercancía que movía y hasta los impuestos que había pagado el año anterior–. Siempre necesitamos ayuda para mover los donativos de la gente.


–Yo estaba pensando en algo más directo –Pedro apretó su mano antes de soltarla, dejándola curiosamente desequilibrada. Sin su apoyo, el suelo pareció abrirse bajo sus pies y se encontró agarrándose al picaporte de la puerta–. Vamos a hablarlo mientras tomamos un café.


–¿Café? –repitió ella. Podían tomar café o lo que quisiera, pero sabía que Pedro tramaba algo–. Tristemente, eso no va a ser posible –le dijo, esperando poder disimular su angustia–. El café tendrá que esperar. Imagino que Mónica te habrá explicado los deberes del hada madrina. La prioridad es mi trabajo y en veinte minutos tengo que entrevistar a una mujer que ha dado a luz a trillizos. Es una historia de interés humano que a nuestros lectores les encantará. Tengo que irme al hospital.

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