lunes, 6 de mayo de 2024

Quédate Conmigo: Capítulo 9

 –¿Perdona?


Estaba más cerca de lo que había pensado y el roce de su cuerpo la hacía temblar.


–Son más de las nueve, así que imagino que llegas tarde a trabajar.


Su pelo era oscuro, espeso. De joven lo llevaba más largo, cayendo sobre los ojos. Ahora lo llevaba cortado con tal precisión que ni siquiera la caída en la zanja lo había despeinado.


–Pues sí, pero no porque me haya dormido.


Su aliento era cálido y Paula sintió que se le ponía la piel de gallina. Debería apartarse, poner distancia entre ellos. Nunca había estado lo bastante cerca como para ver el color de sus ojos. En su cabeza eran azul grisáceo, casi de color pizarra, pero en aquel momento le parecían de un cálido tono verde. ¿O sería el reflejo de las hojas de los árboles sobre sus cabezas? Pedro enarcó una ceja mientras sacaba una navajita del bolsillo.


–¿Algo más interesante te ha retenido en la cama?


–Podríamos decir que sí –dijo ella. Si quería pensar que se trataba de un hombre, no le importaba–. Lo que me preocupa es mi cita de las diez. Tenía que hablar con el director del comité de planificación del Ayuntamiento.


Pedro miró su reloj.


–Pues no vas a llegar.


–No.


Había cosas peores que caerse a una zanja y perder su trabajo era una de ellas.


–Si te das prisa, podría llamarlo y pedirle que me recibiera un poco más tarde.


–Cuidado, señorita Chaves –le advirtió él–, o la dejaré donde está.


Si Pedro Alfonso trabajaba en la finca, probablemente sabría más que el departamento de planificación sobre lo que estaba pasando.


–Iba a hablar con él sobre la finca Cranbrook. Circula el rumor de que la ha comprado una inmobiliaria.


El rumor era cierto, pero estaba intentando averiguar si él sabía algo.


–¿Y por qué te interesa eso?


–La finca es mi casero, así que tengo mucho interés en saber qué va a ser de ella.


–¿Tienes un contrato de alquiler?


–Claro –respondió Paula. Y solo le quedaban tres meses–. Pero conozco a sir Enrique desde que tenía cuatro años y no puedo esperar que el nuevo propietario se preocupe tanto por sus inquilinos. Tal vez no querrá renovar el contrato o me subirá el alquiler… Y hay rumores sobre la construcción de una fábrica.


–¿Y no quieres que se construya una fábrica en tu parque?


–También es el tuyo. Vivo en Primrose Cottage.


–¿Y los puestos de trabajo que crearía esa fábrica? –replicó él–. ¿Eso no te importa? ¿Qué será de Iván Harker?


–Soy periodista –respondió Paula. Un título que tal vez le quedaba un poco grande a la redactora de un periódico local, pero eso no iba a decírselo–. Me interesan todos los pormenores de la noticia y proteger las zonas verdes es uno de ellos.

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