lunes, 13 de mayo de 2024

Quédate Conmigo: Capítulo 24

 –Lo que necesitamos es alguien que sepa reforzar las orillas del río. Las lluvias han dañado el terreno y lo último que quiero es que alguien resulte herido.


–Genial –dijo la señorita Webb–. Dime otra vez por qué has comprado esta finca.


–Es un sitio estupendo para pescar truchas y he decidido dedicarme a pescar – respondió él, sacando la caña de Iván Harker.


La expresión de Beatríz decía que no estaba convencida, pero se limitó a decir:


–Tienes una reunión del consejo a las dos y media y si no te mueves llegarás tarde.


–He llamado a Alberto para que fuese a la reunión por mí. Ahora mismo, se me necesita aquí.


–En otras palabras, que quieres jugar con tu carísimo juguete.


–Todos los hombres tienen alguna afición.


–Alquilar una cabaña para pescar truchas habría sido mucho más barato –dijo Beatríz–. Además, pensé que querías pasar desapercibido.


–Es imposible pasar desapercibido en un pueblo tan pequeño –dijo él. Y menos cuando acababas de tener un encuentro con la prensa local–. ¿Algún mensaje?


Ella negó con la cabeza.


–¿Esperabas alguna llamada en particular?


–No, pero pensé que tal vez habrían llamado del periódico local…


–Ha llamado el editor y también una mujer que quería darle un interés humano a la noticia… –el teléfono de Beatríz empezó a sonar–. No te preocupes, Pedro. He dejado claro que no das entrevistas.


Una mujer. Estaba claro que era Paula Chaves.


–Espera un momento, Karen… –Beatríz se puso el teléfono en el pecho–. ¿Alguna cosa más? Tengo que irme a casa. Esta tarde hay una función en el colegio de mi hija.


–No te preocupes, no te necesito –dijo él, tomando la bicicleta–. Dile a Karen que puede venir a pasar una semana aquí, si le apetece.


–¿Vas a quedarte?


–Un par de semanas –respondió Pedro–. Hay que arreglar el tejado urgentemente y así saldré de la oficina. ¿No me regañas continuamente porque trabajo demasiado?


–Crear barreras en las orillas del río y arreglar un tejado no era lo que yo tenía en mente. Y gracias por la invitación, pero nos vamos a Italia en vacaciones. Estar tumbada en la playa es mucho mejor que recoger basura. Si te apetece venir, tenemos sitio en la casa.


–Me lo pensaré –dijo él, pero los dos sabían que no era verdad. Viajar era algo que hacía por trabajo y, por el momento, lo único que quería era montar en su Harley por la finca como solía hacer. Aunque no sería tan divertido sin un jardinero o un guardés furioso persiguiéndolo.


Nada era tan divertido últimamente. Pedro miró alrededor, pensando que tenía algo por lo que levantarse cada mañana. Todo estaba descuidado, viejo. Había que cortar las malas hierbas, arreglar las manchas de humedad en las paredes… Cuando era niño, la casa estaba bien cuidada. Era un sitio impresionante para unos pocos privilegiados, un territorio prohibido para alguien como él. Aunque Pedro no se había dado cuenta.

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