lunes, 27 de mayo de 2024

Quédate Conmigo: Capítulo 43

Después de eso, iría a buscar a su hija al colegio porque Leticia trabajaba más horas para Pedro y Sofía y Camila seguían sin hablarse.


–Tal vez la señorita Webb podría llamarme para quedar un día –sugirió–. Imagino que estarás muy ocupado. ¿Qué tal va la moto, por cierto?


Los ojos de Pedro se oscurecieron imperceptiblemente.


–Bien.


–¿Y la rosaleda?


«Cállate».


–¿Por qué no te llevo al hospital? –sugirió él–. Podríamos comer juntos.


–Verás… –Paula tragó saliva.


Pedro estaba decidió a llevar el control y ella odiaba que la controlasen. Había dejado que lo hicieran una vez y el resultado había sido un caos en su vida. Claro que luego ella había creado orden en ese caos, decorando un hogar, plantando un jardín, criando a su hija… Pero había perdido el control cuando cayó en la zanja con Pedro Alfonso.


–No te preocupes por los trillizos –intervino Mónica–. Yo estaba deseando encontrar una excusa para verlos y creo que aún puedo escribir un artículo que no avergüence al Observer.


–Pero…


–Vanesa me ha dicho que tienes problemas para cuidar de tu hija –la interrumpió Mónica–. Cuando no hay colegio es una pesadilla. Créeme, lo sé.


«Genial. Gracias, Vanesa».


–Ahora que la semana de los deseos se ha vuelto importante necesitamos que alguien se encargue de coordinarla. Buscar voluntarios, comprobar los progresos, ese tipo de cosas.


–¿Sí?


¡No!


–Bruno se ha ofrecido a liberarte durante un par de meses.


¡Meses!


–Pero…


«Yo soy periodista».


Al darse cuenta de lo que Pedro había hecho, las palabras se quedaron en su garganta.


–Puedes hacer todo eso desde casa igual que desde la oficina y sería más fácil para tí –siguió Mónica–. Además, serás un hada madrina deliciosa.


–¿Estás segura? Tal vez Vanesa lo haría mejor –replicó Paula. Si iba a hundirse, se la llevaría con ella–. Es igual que la anciana hada madrina en el cuento de hadas de mi hija.


Mónica le dió una palmadita en el brazo, como si apreciase la broma.


–Pedro tiene unas ideas muy interesantes.


–Seguro que sí.


–Envíame un informe todas las semanas y, si necesitas algo, solo tienes que llamar –Mónica se volvió hacia Pedro–. Le diré a Mario que estás buscando artesanos locales. Seguro que conocerá a alguien que pueda ayudarte con el tejado.


–Gracias, Mónica.


Ella miró su reloj.


–¡Los trillizos!


Los dos la observaron en silencio mientras salía de la oficina.


–Una mujer impresionante –comentó Pedro.


–Sí, lo es.

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