viernes, 3 de mayo de 2024

Quédate Conmigo: Capítulo 1

 ¿Está en venta Cranbrook Park? 


"El futuro de Cranbrook Park ha sido sujeto de constantes especulaciones durante esta semana, cuando la decisión del Ministerio de Hacienda de recuperar impuestos impagados despertó preocupación entre los acreedores. La finca de Cranbrook Park, que contiene las ruinas de una abadía del siglo XII, ha estado ocupada por la misma familia desde el siglo XV. El salón original de estilo Tudor fue construido por Tomás Cranbrook y el parque, diseñado a finales del siglo XVIII por Héctor Repton, está en el corazón de Maybridge. Tanto la mansión como la parcela han sido a menudo prestadas generosamente para eventos benéficos por el presente barón, sir Enrique Cranbrook. El Observer se ha puesto en contacto con los interesados para clarificar la situación, pero nadie ha querido hacer comentarios. Maybridge Observer, jueves, 21 de abril"


Sir Enrique Cranbrook miró al otro lado de la mesa. Incluso en silla de ruedas y afectado por una embolia era un hombre impresionante, pero le temblaba la mano mientras tomaba el bolígrafo que le ofrecía su abogado para entregar con una firma siglos y siglos de riqueza y privilegios.


–¿También quieres una prueba de mi ADN, chico? –le espetó, tirando el bolígrafo sobre la mesa. Tenía dificultades para hablar, pero en sus ojos brillaba el arrogante desdén que daban quinientos años de poder–. ¿Estás dispuesto a arrastrar el nombre de tu madre por los juzgados para satisfacer tus pretensiones? Porque si es así, impugnaré tu derecho a heredar mi título.


Incluso después de haberlo perdido todo seguía pensando que su nombre y su título de barón significaban algo… La mano de Pedro Alfonso era firme como una roca mientras tomaba el bolígrafo para firmar el documento, inmune a ese insultante «Chico». Cranbrook Park no significaba nada para él más que un medio para conseguir un fin. Él era quien controlaba la situación, forzando a su enemigo a sentarse y mirarlo a los ojos, a reconocer el cambio de poderes. Esa era satisfacción suficiente. Casi suficiente. El peón de Cranbrook, Chaves, no había vivido para ver aquel momento, pero su hija era a partir de aquel instante su inquilina y echarla de allí cerraría el círculo.


–No puede permitirse el lujo de litigar conmigo en los tribunales, Cranbrook –le advirtió, devolviéndole el bolígrafo al abogado–. Le debe hasta su alma a Hacienda y sin mí sería un hombre arruinado viviendo de la caridad.


–Señor Alfonso… –empezó a decir el abogado.


–No tengo interés en exigir que se porte como un padre. Se negó a reconocerme como hijo cuando hubiera significado algo –siguió Pedro, sin hacerle caso. Eran solo Cranbrook y él enfrentándose con el pasado, nada más importaba–. Y yo ni necesito su apellido ni quiero su título. Al contrario que usted, yo no he tenido que esperar que mi padre muriese para ocupar mi sitio en el mundo, para ser un hombre.


Pedro tomó la escritura de Cranbrook Park, un pergamino atado con una cinta roja que llevaba el sello real.


–No le debo mi éxito a nadie. Todo lo que tengo, todo lo que soy, incluyendo la propiedad que usted ha perdido por desidia, me lo he ganado trabajando, haciendo cosas que usted siempre ha creído despreciables. Cosas que podrían haberle servido para no perder Cranbrook Park y que lo hubieran salvado si fuese un hombre de verdad…


–Eres un vulgar ladrón….

No hay comentarios:

Publicar un comentario