miércoles, 22 de mayo de 2024

Quédate Conmigo: Capítulo 33

 –¿Has visto esto?


Pedro miro el periódico que Beatríz Webb le mostraba.


–¿«El hada madrina del Maybridge Observer»? –leyó él, concentrándose en el dibujo de un hada moviendo su varita y lanzando una lluvia de oro sobre la mancheta del periódico.


Era igual que Paula Chaves.


–Según esto, Maybridge se ha convertido en una zona sin diversión desde tu llegada.


Pedro le quitó el periódico y lo tiró a la papelera, negándose a pensar que Paula lo llamaba todos los días a la misma hora para preguntarle por sus planes. O a pensar que él siempre estaba frente a su escritorio a esa hora, esperando su llamada y mirando el reloj si se hacía un poco tarde para escuchar su voz, clara y firme, el producto de una educación exclusiva que había desperdiciado por un hombre que no se había molestado en quedarse con ella.


–Necesito a alguien en la oficina todo el día, Bea –le dijo, cambiando de tema–. ¿Te importaría preguntarle a Leticia si puede trabajar toda la jornada?


Ella sacudió la cabeza.


–¿Por qué no sigues con tus planes y se lo dejas todo a los profesionales, Pedro?


Buena pregunta.


Paula sabía que Gustavo estaba tomándole el pelo, pero no podía dejar de pensar en Archie. Muy bien, era un poco… Bastante peligroso. Y mientras sir Enrique tenía debilidad por él, Pedro Alfonso no tenía ninguna razón para considerarlo algo más que una molestia. Levantó la cabeza cuando Bruno se detuvo frente a su mesa.


–¿Cómo vamos con el artículo sobre la merienda cancelada?


–Estoy en ello –respondió Paula–. He pensado tomar unas fotografías de la pradera de Cranbrook.


–No hace falta, he enviado a Antonio esta mañana. Quiero que lo centres en que Pedro Alfonso no está dispuesto a compartir su finca por un día, ni siquiera por una buena causa. Por otro lado, no estaría mal que fueras a echar un vistazo. Haz fotografías si ves alguna señal de movimiento de tierras.


–¿Has oído algo?


–No, nada. Y Carlos Peascod está siendo inusualmente discreto. ¿Por qué no pasas por allí esta tarde? Llévate a tu hija contigo. Siempre podrías decir que estabas dando un paseo…


–¡No pienso llevarme a Sofía! Imagina que nos echasen por allanamiento.


–No tendríamos esa suerte –dijo Bruno, sonriendo al ver que Paula hacía una mueca de horror–. Es casi la hora de comer, puedes ir ahora. Pero no te quedes allí todo el día.



En cuanto Beatríz se marchó, Pedro se dirigió al patio. La bicicleta de Paula seguía apoyada en la pared, sin una rueda. Había pasado más de una semana desde el accidente, demasiado tiempo para estar sin transporte. Pero cuando estuviese arreglada, ya no tendría ninguna excusa para llamarlo.


–¿Iván?


Pedro escuchó un ruido de metal, seguido de una palabrota. Siguió el sonido hasta uno de los garajes y le pareció volver atrás en el tiempo al ver a un chico con una vieja moto desguazada frente a él. Paula se puso unos vaqueros y, con la cámara de fotos guardada en el bolsillo, se dirigió a la pradera de Cranbrook Park. Era una típica pradera llena de flores que no había sido tocada en muchos siglos salvo por las ovejas, los conejos y Archie. Pero Archie no estaba allí. Olvidándose de las fotografías, Paula decidió hablar con Pedro y descubrir qué estaba pasando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario