viernes, 24 de mayo de 2024

Quédate Conmigo: Capítulo 37

 –Pobre hombre. Debe ser muy duro para él.


–No hizo lo que debería haber hecho y tendrá que vivir con las consecuencias.


Su crueldad la sorprendió.


–¿Tú nunca te has equivocado?


–Me casé –respondió Pedro. Paula pensó que iba a decir algo más, pero se limitó a mirarla–. ¿Y tú?


–Me enamoré del hombre equivocado. No sé si fue una mala elección, pero defraudé a mi familia.


–Y Enrique Cranbrook a la suya.


–Sí, supongo que sí –asintió ella, mirando un retrato de la madre de sir Robert con un niño en brazos–. De modo que has comprado la casa con todo, retratos y muebles.


–Casi puedo ver la ruedecita dando vueltas en tu cerebro, pero no hay ningún artículo.


–¿No? –replicó ella. Algo le decía que sí, pero lo dejó pasar–. Ya te he dicho que no estoy trabajando.


–Sí, me lo has dicho –asintió él, ofreciéndole la taza de té que llevaba en la mano–. ¿Vamos al cuarto de estar?


El cuarto de estar era una habitación pequeña, pero cómoda, con ventanales desde los que se veía la vieja rosaleda. Paula salió al balcón con su taza y dejó escapar un suspiro.


–Me rompe el corazón verla así –murmuró–. Me dan ganas de sacar la pala y el cubo y ponerme a trabajar.


–Te encanta la jardinería, ya lo he visto.


–Me encanta restaurar el orden… Y luego crear un poco de caos para hacerlo interesante.


–Aquí encontrarás todo el caos que quieras. Esta casa fue abandonada desde que la mujer de Cranbrook lo abandonó. Afortunadamente no es como la mansión, donde cada reforma tiene que ser aprobada por una comisión.


–Por favor, dime que no vas a cambiarlo todo. ¿No irás a plantar flores del mismo color y de la misma altura?


–Tú misma lo has dicho, el orden y el caos.


–No quería decir… Esta rosaleda es muy antigua, Pedro. Y las rosas son variedades específicas de Cranbrook Park.


–Están muriéndose.


–Hace falta algo más que unos años de abandono para matar una rosaleda como esta. Necesita cuidados, pero deberías consultar con un especialista de esos que hacen restauración de jardines.


–¿Y tener carteles de la empresa por todas partes? No, gracias.


–Lo único que pedirán es una discreta placa en algún sitio reconociendo su contribución. Las he visto en otros jardines.


–¿Y qué sacan de ello?


–En este caso, imagino que les encantaría llevarse esquejes porque son variedades muy antiguas de rosas. Podrían publicar un libro sobre el proyecto de restauración, artículos para revistas de jardinería y suplementos dominicales – Paula dejó la taza sobre la balaustrada, pensando que estaba dejándose llevar por la pasión–. Tengo que volver a trabajar.

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