miércoles, 1 de mayo de 2024

Pasión: Capítulo 79

Al día siguiente, Paula se levantó de la cama y, después de ponerse una camiseta ancha, fue a buscar a Pedro en su casa de Alto Gávea. Seguía sintiéndose un poco aturdida por todo lo que había pasado desde el día anterior. Habían vuelto del aeropuerto y, después de hacer el amor, habían hablado hasta el amanecer. Él había prometido ir a Atenas con ella para empezar el largo proceso de contarle todo a su familia y denunciar a su padre. Oyó un ruido mientras se acercaba al estudio y cuando entró lo vió sentado frente a su escritorio, en vaqueros, con una deliciosa sombra de barba. Él levantó la mirada y sonrió.


—Ven aquí.


Paula dejó que la tomase por la cintura para sentarla sobre sus rodillas y, después de unos besos que la dejaron sin aliento, se echó hacia atrás.


—¿Qué hacías?


—Echando un vistazo a las noticias.


Señaló con la cabeza la pantalla del ordenador y Paula giró la cabeza. Cuando se dió cuenta de lo que estaba viendo tuvo que tragar saliva. Las redes estaban llenas de fotos de los dos besándose apasionadamente en el aeropuerto, evidentemente tomadas con móviles. Un titular decía: "¿Ha conseguido Alfonso dominar a la salvaje Paula Chaves?" Otro titular anunciaba: "¡Alfonso y Chaves retoman su escandaloso romance!


—Lo siento —murmuró, sintiéndose enferma—. Esto es precisamente lo que había temido.


Pero él se encogió de hombros, con los ojos brillantes y claros. Sin sombras.


—Me da igual lo que digan. Además, se equivocan, eres tú quien me ha dominado.


Paula acarició su cara, el amor haciendo que se formase un nudo en su garganta.


—Te quiero tal como eres.


—Quiero llevarte a todas las playas de Sudamérica para que veas la puesta de sol, empezando por las playas de Río. 


—Podríamos tardar algún tiempo.


—Espero que una vida entera, por lo menos.


Levantó su mano izquierda para besar el dedo anular, con una pregunta en los ojos y una nueva tensión en su cuerpo. A Paula le dolía el corazón al pensar que pudiese dudar de su amor. De modo que asintió con la cabeza y dijo sencillamente:


—Sí. La respuesta siempre será sí, mi amor. 




Tres años después.


Un reportero estadounidense estaba frente a las puertas del Juzgado de Roma, con el micrófono en la mano.


—Es el juicio del año en Italia, de la década incluso. Miguel Chaves por fin ha sido juzgado y condenado por su brutalidad y corrupción. Nadie podría haber imaginado hasta qué punto hizo sufrir a su mujer y sus hijas, pero su sentencia garantiza que vivirá el resto de sus días en la cárcel.


La prensa seguía atónita tras descubrir que la privilegiada vida de la famosa heredera Paula Chaves había sido una mentira. Tras el reportero empezó un frenesí de actividad cuando varias personas salieron del majestuoso edificio. El primero, Rafael de Marco, el hijo ilegítimo de Miguel Chaves, con su pelirroja esposa, Nadia. Tras ellos, Delfina Chaves y su marido, Adrián. Pero los reporteros esperaban con impaciencia a la protagonista: Paula Alfonso, que había subido al estrado durante cuatro días seguidos para hacer una letanía de cargos contra su padre. Entre los cuales estaba el asesinato de su esposa, la madre de Paula, que ella había presenciado cuando tenía cinco años. 

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