Un escalofrío de anticipación recorrió su cuerpo. Trató de no pensar en ello y dejó la bandeja de canapés en el salón, puso las mesas y suspiró. En ese momento, llamaron los primeros invitados. Gabriela, por supuesto, tardó más que los demás, tratando de hacerse esperar. Cuando llegó, nada más ver a Paula se quedó boquiabierta. Después se fue al estudio y se quedó casi sin aliento.
—¡Pedro! —gritó—. ¿Qué has hecho con esta habitación?
—Está muy bonita, ¿No crees? La ha decorado Paula.
—¡Tiene un color muy vulgar!
—Sin embargo, a mí me parece que está mucho más alegre. Antes, esto parecía una sala de disección.
Paula se alejó de ellos y se fue a atender a los demás invitados, conversando y riéndose con ellos, mientras reponía platos y vasos, conociendo a los nuevos socios de la empresa que acababa de comprar Pedro. Era gente encantadora. Todos parecían estar disfrutando de la atmósfera tan relajada que había creado. La música suave, la calidez de la decoración, aunque a Helen no le gustara, sirvió para relajar a los invitados. Incluso ella misma, aunque no se diera cuenta, era uno de los motivos por los que los invitados estaban a gusto. Se comportaba de forma natural, amable, interesándose por todo lo que le decían. Pedrola miró en varias ocasiones, e intercambiaron sonrisas, mientras con la mirada parecía decirle que no se había olvidado de que iba a bailar con ella más tarde. Mucho más tarde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario