viernes, 29 de agosto de 2025

La Niñera: Capítulo 73

Se lavó el pelo, se lo secó y se lo cepilló. Le hubiera gustado hacerse un moño, pero con aquel pelo era imposible, porque iba a su aire. Se maquilló, se puso la ropa interior y después unos leotardos brillantes, para terminar con el vestido. La memoria le había fallado. La abertura en la parte de atrás era más amplia de lo que ella recordaba y la que tenía en un costado, subía hasta una altura increíble. Sin embargo, le quedaba que ni pintado y lo único que tenía que hacer era atreverse. Se puso los zapatos y se miró otra vez en el espejo. Bajó al piso de abajo y, antes de que pudiera arrepentirse, Pedro entró en la cocina.


—¿Me puedes ayudar a ponerme esto? Nunca sé cómo...


Se quedó en la puerta, transfigurado y boquiabierto.


—¿Paula?


Ella lo miró y movió en sentido negativo la cabeza.


—Me cambiaré...


—Dios mío. Date la vuelta.


Se dió la vuelta lentamente y él la miró con cara de asombro. Cuando terminó de dar la vuelta completa, lo miró a los ojos y se sonrojó.


—Me cambiaré —repitió.


—No. Estás... —tragó saliva—. Estás increíble, Paula. Guapísima. No te cambies.


—¿No crees que es demasiado? —le preguntó.


—¿Demasiado? Pues si eso es demasiado, no sé cómo puedes estar con muy poco —le respondió, sonriendo—. Estás muy bien. Es un vestido precioso. El que lo hizo es un artista.


Paula se sonrojó otra vez.


—Gracias, lo hice yo.


—¿Lo hiciste tú?


—Hace un año, en Londres. Nunca me lo había puesto.


—Entonces, ¿Nadie ha bailado contigo llevando ese vestido?


Paula movió en sentido negativo la cabeza.


—En tal caso —le dijo—. Espero que me concedas el honor de dejarme bailar contigo más tarde, mucho más tarde.


La forma que la estaba mirando era desconcertante. Si los invitados no hubieran estado a punto de llegar, Paula no habría resistido la invitación. Se puso a colocar bandejas y platos.


—Me pondré yo sólo los gemelos. No me fío de mí mismo si me los pones tú, llevando ese vestido — le dijo y salió de la habitación.


Paula se apoyó en la pared, cerró los ojos y contó hasta diez. Hubiera pasado lo que hubiera pasado en su relación antes de ese momento, sabía que esa noche iba a ser punto de referencia, que a partir de esa noche la relación iba a cambiar.

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