lunes, 4 de agosto de 2025

La Niñera: Capítulo 19

Decidió esperarle para hablar con él. Así que agarró el mando a distancia y eligió un canal en la televisión. Llegó casi a media noche, justo cuando el reloj del pasillo estaba dando las doce.


—Hola, Cenicienta —le dijo ella, sonriendo.


—Hola, Mary Poppins. ¿Cómo es que estás levantada?


—Estaba esperando para hablar contigo.


—¿Me puedo servir una copa antes? Estoy totalmente sobrio, agotado y supongo que no vas a descansar hasta no haberme dicho lo que me tengas que decir.


Se fue al armario donde se guardaban las bebidas y se sirvió un whisky.


—Dispara.


Paula se encogió de hombros.


—Es sobre los niños —empezó.


—¿Qué otra cosa podría ser? —se sentó en el sofá y se quedó mirándola, mientras ella intentaba encontrar una forma de empezar—. Vamos Paula, dímelo ya.


—¿No les hablas nunca a los niños de su madre?


—¿De Silvana? —lo dijo como si le hubiera sorprendido—. Casi nunca.


—Los niños me han dicho que no les dejas ver las fotos de su madre y que no los llevas a la casa de campo, y que... —no se atrevió a terminar la frase.


—¿Y qué?


—Posiblemente lo dijo porque estaba enfadado. Seguro que no hablaba en serio.


—¿De qué no hablaba en serio?


—Benjamín dijo que habría preferido tu muerte, en vez de la de su madre.


El dolor se reflejó en su mirada. Cerró los ojos. Cuando los abrió de nuevo, tenía la mirada como perdida.


—Por lo menos en eso estamos todos de acuerdo. Pero eso es algo sobre lo que nosotros no tenemos control —terminó la copa y se echó otra—. ¿Quieres?


Paula movió en sentido negativo la cabeza.


—¿Era tan necesario salir esta noche?


—Sí. Era una cena de negocios, que había programado hace semanas. Estábamos cenando con un comprador extranjero. Por suerte, se ha ido pronto a la cama.


—¿Estábamos?


—Gabriela, es mi directora de asuntos corporativos.


Asuntos corporativos.


—Pues a los niños no les gusta mucho.


—El sentimiento es mutuo. La última vez que vino, le desinflaron las ruedas.


Paula se puso la mano en la boca, para no reírse.


—Se puso furiosa.


—¿Quién las hinchó?


—Los niños. Tardaron horas. Ella se fue en mi coche.


Paula se echó a reír.


—Por lo que respecta a mañana —le dijo él.


—¿Mmm?


—Intentaré quedarme todo el día en casa. El problema es que hemos comprado otra empresa y estamos intentando racionalizar las cosas. Todo está hecho un lío, pero lo estamos consiguiendo. Es cuestión de tiempo.


—¿En domingo?

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