viernes, 1 de agosto de 2025

La Niñera: Capítulo 14

Dió un sorbo a su taza, hizo un gesto de desagrado y la vertió en el fregadero. Paula reprimió una sonrisa.


—Seguro que estaba frío. ¿Quiere que le haga otra?


—Pensé que nunca me lo iba a ofrecer —confesó él—. Estaré en la biblioteca. Llévemelo allí y ultimamos detalles.


Los detalles fueron darle las llaves del Mercedes, un mapa de Norwich, para saber dónde estaba el colegio de los niños, así como los datos sobre la cuenta bancada, en la cual ella iba a tener firma, además de acordar un salario. En ese último aspecto, no hubo el menor problema. Estaba demasiado impresionada como para discutirlo. Se quedó mirándolo con la boca abierta.


—Se lo ganará, si logra quedarse tiempo.


Aquella noche, cuando se fue a la cama, después de haber acostado a los niños y limpiado la cocina, pensó que él había tenido razón. Paula siempre había sido muy optimista. La primera semana, sin embargo, comprobó que las metas que se había impuesto con respecto a los niños, eran bastante difíciles de cumplir. Alfonso se tuvo que ir de viaje de negocios toda la semana y le dejó dicho que volvería el viernes. El viernes por la noche, estuvo a punto de tirarse de los pelos. A las nueve, sonó el teléfono. Era su jefe, desde el aeropuerto de Norwich, pidiéndole que lo fuera a recoger, porque no podía encontrar ningún taxi.


—Pues los niños están en la cama dormidos, así que tendrá que esperar a que quede libre alguno —le respondió y colgó.


Media hora más tarde llegó él a la casa, mientras ella se estaba arrepintiendo en la cocina de su conducta tan impulsiva.


—¿Ocurre algo? —le preguntó.


Ella se encogió de hombros.


—Los niños han tenido una semana bastante ajetreada en el colegio. Siento mucho haberle respondido de esa manera.


—¿Qué es lo que han hecho?


—Pues cosas para llamar la atención, como por ejemplo mojar toda la casa y pintarrajear los libros. ¿Ha comido?


Se quitó la chaqueta y la dejó sobre la silla.


—Sí, ya he comido. Lo que me apetece es beber algo.


—¿Café o té?


—Un whisky.


—¿Cree que es lo más conveniente?


—Paula, no me trate como a un niño. No sé si es lo más conveniente o no, pero he tenido una semana de perros y un vuelo horroroso.


Paula se fue a por la botella de whisky al salón y le sirvió una copa. Él se quedó mirando la copa y dió un trago.


—Salud, Paula.


A Paula se le ablandó el corazón. Parecía que estaba agotado, sin fuerzas para nada, y lo que menos necesitaba en aquellos momentos era un informe de las travesuras que habían hecho sus hijos.


—También llamó alguien que se llamaba Gabriela. Dijo que no se olvidara de lo de mañana por la noche.


—¿Qué? ¡Dios, la cena! Bueno, la veré mañana en la oficina.


—¿Oficina?

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