viernes, 22 de agosto de 2025

La Niñera: Capítulo 59

 —¡Paula!


A Paula le dió un vuelco el corazón. Conocía aquel tono de voz. Después de haber pasado tres días Ringo en casa, ya se había acostumbrado a los gritos que daba Pedro cuando descubría alguna trastada que había hecho el perro. El día anterior, había entrado en el estudio, había volcado la papelera y se había comido los papeles. Luego, había aparecido dormido en la cama de Pedro. Ella se preguntó qué habría hecho en aquella ocasión. No tuvo que esperar mucho tiempo. Él apareció bajando las escaleras, con un par de zapatos en la mano. Le enseñó uno y Paula no tuvo más remedio que mirarlo. Le había destrozado los zapatos que había comprado para lucir en las fiestas. Cerró los ojos y los abrió de nuevo. Pero la visión no cambió.


—Lo siento, pensé que había cerrado la puerta.


—Pues es evidente que no, a menos que la pueda abrir.


—Puede abrir las que tienen picaporte, pero no las que tienen pomo.


—Es un alivio oír eso —comentó él, en tono irónico—. ¿No crees que podríamos guardarlo en un sitio determinado, sin dejarlo que esté por toda la casa? Así a lo mejor vuelvo y me puedo encontrar la casa lo mismo que estaba.


—Lo siento. De verdad que lo siento. De ahora en adelante, te prometo que lo vigilaré. Está acostumbrado a hacer lo que quiere. Necesita mano dura.


Pedro murmuró algo sobre que no era el único y se fue escaleras arriba, con el par de zapatos mordido. Paula volvió a la cocina y se sentó en el suelo, junto al perro, que estaba durmiendo, con una expresión de inocencia en su rostro.


—Al parecer eres una molestia —le dijo, muy seria.


El perro abrió un ojo y movió la cola. Paula resistió la tentación de darle un abrazo. Se levantó y se fue a mover la salsa que estaba haciendo. Pedro asomó la cabeza.


—Eso huele muy bien, es una pena que no me pueda quedar.


Paula se dió la vuelta y lo miró.


—¿No?


—No. Lo siento. Tengo otra reunión con los de Birmingham, que empieza esta noche y continua mañana. Se acaba de comprar esa empresa y estamos viendo cómo aumentar los beneficios. Se están produciendo tantos cambios en el sector informático hoy día, que la oficina móvil es la respuesta a estos tiempos.


—Es una pena que con la tuya no puedas hacer lo mismo, y trabajes aquí en casa.


Pedro suspiró y se pasó una mano por el cuello.


—Escucha, ya sé que tendría que haberte dicho algo, para que no me hubieras preparado la cena...


—No es por eso —le interrumpió Paula—. Es por los niños. Es viernes, Pedro. Han estado hablando de lo que ibas a hacer con ellos el fin de semana, y soy yo la que tendrá que decirles otra vez que no vas a estar aquí el fin de semana.


Pedro soltó el aire poco a poco y Paula se sintió culpable por someterle a semejante presión. Debería decirle que daba igual, que estaba segura de que estaba haciendo lo mejor para los niños. ¿No podrían haber puesto la reunión entre semana?


No hay comentarios:

Publicar un comentario